El desaparecido Deportivo Aviación

El desaparecido Deportivo Aviación

En nuestra sección #ArcosTeCuenta, el periodista Cristián Arcos responde a las sugerencias de nuestros seguidores para rescatar del baúl de los recuerdos la historia de uno de los equipos más particulares del fútbol chileno: el Club Deportivo Aviación.

Fundado en 1957 por la Fuerza Aérea de Chile (FACH), el equipo estaba compuesto en sus inicios por funcionarios de la institución y jugaba sus partidos de local en el Estadio El Bosque, cerca de la base aérea. Su historia daría un giro que mezclaría para siempre el deporte con la política. A fines de los 60 y principios de los 70, el vicepresidente del club era el General Alberto Bachelet, padre de la expresidenta Michelle Bachelet.

Tras el Golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973, el General Bachelet fue detenido y una de sus primeras acciones fue renunciar a sus responsabilidades en el club. Paradójicamente, justo en esa temporada, Aviación se coronó campeón de la Primera B, logrando un histórico ascenso a la Primera División del fútbol chileno, donde se mantuvo por siete años.

Aunque no tuvo campañas memorables en la máxima categoría, el club fue la cuna de tres de los mejores arqueros de la década del 70: Wilfredo Leighton, recordado por ser el primer portero chileno en anotar un gol de arco a arco; Eduardo Fournier, histórico de Cobreloa y Universidad de Chile; y Roberto "Cóndor" Rojas, quien se formó en Aviación antes de su exitoso paso a Colo-Colo. En 1982, mientras el equipo lograba un nuevo ascenso, la FACH decidió que no tenía los recursos para seguir financiando el proyecto, decretando un receso indefinido que marcó el fin de su historia.

¿Qué otra historia te gustaría que contáramos? Déjanos tus comentarios en nuestras redes sociales y podrás ser parte de un próximo capítulo.

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Fundado en 1957 por la Fuerza Aérea de Chile (FACH), el equipo estaba compuesto en sus inicios por funcionarios de la institución y jugaba sus partidos de local en el Estadio El Bosque, cerca de la base aérea. Su historia daría un giro que mezclaría para siempre el deporte con la política. A fines de los 60 y principios de los 70, el vicepresidente del club era el General Alberto Bachelet, padre de la expresidenta Michelle Bachelet.

Tras el Golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973, el General Bachelet fue detenido y una de sus primeras acciones fue renunciar a sus responsabilidades en el club. Paradójicamente, justo en esa temporada, Aviación se coronó campeón de la Primera B, logrando un histórico ascenso a la Primera División del fútbol chileno, donde se mantuvo por siete años.

Aunque no tuvo campañas memorables en la máxima categoría, el club fue la cuna de tres de los mejores arqueros de la década del 70: Wilfredo Leighton, recordado por ser el primer portero chileno en anotar un gol de arco a arco; Eduardo Fournier, histórico de Cobreloa y Universidad de Chile; y Roberto "Cóndor" Rojas, quien se formó en Aviación antes de su exitoso paso a Colo-Colo. En 1982, mientras el equipo lograba un nuevo ascenso, la FACH decidió que no tenía los recursos para seguir financiando el proyecto, decretando un receso indefinido que marcó el fin de su historia.

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Beausejour y la revancha personal que se celebra en silencio

Hay momentos en la carrera de un futbolista que no aparecen en los titulares, pero que lo cambian todo. Jean Beausejour vivió uno de esos instantes cuando, en plena concentración con la Selección Chilena, se enteró de que finalmente iba a ser titular. No era un partido cualquiera, no era una alineación más. Era la confirmación de que el trabajo, muchas veces silencioso y fuera de foco, finalmente había rendido frutos.

“Yo le había dicho a un par de compañeros que iba a jugar”, confesó tiempo después. Pero su reacción no fue de euforia ni de alegría desbordada. Fue de determinación. “No me vengan a abrazar ahora”, soltó. Porque Beausejour sabía que el fútbol está lleno de momentos en que se aplaude tarde, cuando la convicción ya viene de antes.

El lateral izquierdo, símbolo de la Generación Dorada, siempre tuvo una relación especial con la Roja. Con dos Mundiales encima, títulos con la camiseta de Chile y una carrera forjada con esfuerzo, su recorrido ha sido más de constancia que de flashes. Y en ese partido, cuando todos esperaban a otro, él demostró que todavía estaba para competir al más alto nivel.

Ese “no me vengan a abrazar ahora” no fue un desprecio. Fue una sentencia. Un mensaje para quienes dudan, para quienes aplauden solo cuando el éxito ya es evidente. Porque Beausejour nunca necesitó aprobación externa para rendir. Su motivación venía de adentro, de ese fuego que arde en los verdaderos profesionales.

En tiempos donde las carreras se construyen a golpe de viralizaciones y marketing, Beausejour nos recuerda que el fútbol sigue premiando a los que no bajan los brazos. A los que se preparan cuando nadie los ve. A los que hablan menos y corren más.

Y en silencio, como tantas veces, volvió a ganarse el respeto de todos.