En el fútbol, hay momentos que marcan época. No solo por los títulos, los goles o las jugadas inolvidables, sino también por las conexiones que se crean entre los protagonistas y la hinchada. En la historia reciente de la selección chilena, esa conexión ha tenido nombres propios que hoy son parte del ADN futbolístico del país.
Desde Claudio Bravo hasta Mauricio Isla, pasando por Gary Medel, Charles Aránguiz, Eduardo Vargas y, por supuesto, Arturo Vidal, todos han dejado una huella imborrable en la camiseta de La Roja. La Generación Dorada, como fue bautizada, no solo consiguió la gloria en la Copa América, sino que también elevó el estándar del fútbol chileno a nivel mundial.
En un nuevo llamado a la nostalgia, todos esos cracks ya se sumaron a la conversación pública en torno al legado de esa generación. Con apariciones, declaraciones y hasta guiños en redes sociales, han demostrado que, más allá del retiro o los cambios de camiseta, el amor por la selección sigue intacto.
Pero en medio de todos ellos, falta uno. Un nombre que resuena con fuerza y emoción: Alexis Sánchez. El Niño Maravilla, que ha sido tal vez el rostro más reconocible de esta generación, aún no se ha pronunciado con la misma fuerza que sus compañeros. Y eso, inevitablemente, enciende la expectativa entre los hinchas.
¿Será que se guarda algo especial? ¿Una despedida a lo grande? ¿Un último baile con La Roja? Mientras tanto, la afición observa, espera y sueña. Porque cuando todos los cracks ya se han sumado, solo falta uno para que el círculo esté completo.
Y ese uno, lo saben todos, puede hacer la diferencia.