Ruiz-Tagle condenado por venta de acciones de

Ruiz-Tagle condenado por venta de acciones de

Un importante precedente se ha marcado en el fútbol chileno. Durante esta semana, la Justicia condenó a Gabriel Ruiz-Tagle, ex presidente de la concesionaria Blanco y Negro, por el delito de uso de información privilegiada en la venta de acciones de Colo-Colo durante el año 2018.

Este fallo marca un poderoso precedente en contra de dirigentes y exdirigentes del fútbol nacional que, como se ha denunciado en diversas oportunidades, a menudo tienen como prioridad el enriquecimiento personal a costa de los equipos que administran.

El ex ministro de Estado se encuentra a la espera de su sentencia, y la expectativa es que esta sea ejemplificadora. El anhelo expresado es que sirva como una señal para “amenazar un poco el modelo imperante de sociedades anónimas en nuestro querido deporte”, poniendo en tela de juicio el actual sistema que rige al fútbol chileno.

Un importante precedente se ha marcado en el fútbol chileno. Durante esta semana, la Justicia condenó a Gabriel Ruiz-Tagle, ex presidente de la concesionaria Blanco y Negro, por el delito de uso de información privilegiada en la venta de acciones de Colo-Colo durante el año 2018.

Este fallo marca un poderoso precedente en contra de dirigentes y exdirigentes del fútbol nacional que, como se ha denunciado en diversas oportunidades, a menudo tienen como prioridad el enriquecimiento personal a costa de los equipos que administran.

El ex ministro de Estado se encuentra a la espera de su sentencia, y la expectativa es que esta sea ejemplificadora. El anhelo expresado es que sirva como una señal para “amenazar un poco el modelo imperante de sociedades anónimas en nuestro querido deporte”, poniendo en tela de juicio el actual sistema que rige al fútbol chileno.

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Beausejour: "El fútbol es un movimiento social"

El fútbol no es solo un deporte. No es solo goles, camisetas y puntos. Es, como bien lo señaló Jean Beausejour en Reino Fútbol, un movimiento social en sí mismo. Y esa idea cobra fuerza cada vez que una pelota rueda en cualquier rincón del mundo.

En estadios gigantes o en canchas de tierra, el fútbol une. Cruza clases sociales, culturas, religiones e ideologías. El que cree que solo se trata de 22 personas corriendo detrás de un balón, no ha entendido su verdadera magnitud.

El fútbol es identidad. Es cultura popular. Es herencia. Pero también es protesta, espacio de resistencia, herramienta política, canal de expresión. Desde las pancartas en las galerías hasta los cánticos que exigen justicia, desde la visibilidad que le dio el deporte a causas como la igualdad de género, hasta las campañas por la paz, el fútbol ha sido un escenario más para hablar de lo que duele y lo que se sueña.

En América Latina, en particular, esta realidad es aún más intensa. Aquí el fútbol ha servido para denunciar desigualdades, unir pueblos divididos, encender procesos sociales. Los ídolos no solo representan clubes: representan barrios, esperanzas, frustraciones y sueños colectivos.

Y, al mismo tiempo, el fútbol ha sido también un espejo de lo peor: corrupción, racismo, discriminación. Pero su alcance lo vuelve poderoso: lo que se muestra en una cancha lo ve el mundo. Y eso obliga a responsabilizarse del mensaje que se entrega.

Por eso, cuando decimos que el fútbol es un movimiento social, no exageramos. Lo vivimos cada día. En cada gol, en cada hinchada, en cada historia.

El desafío ahora es entender ese poder. Y usarlo. Para construir, para incluir, para unir. Porque si el fútbol tiene esa capacidad de emocionarnos y conectarnos, también tiene la capacidad de transformarnos.

Más que un deporte, el fútbol puede —y debe— ser una fuerza de cambio.