Polémica en Brasil: ¿Fin del Joga Bonito?

Polémica en Brasil: ¿Fin del Joga Bonito?

Matías Acuña aborda, de su particular manera, la candente interrogante que resuena en Brasil y en el mundo del fútbol: ¿Es el fin del "joga bonito"? La chispa la encendió el delantero neerlandés Memphis Depay, quien, al pararse sobre el balón durante un partido, desató una tormenta de opiniones y una controversial medida.

La Confederación Brasileña de Fútbol (CBF) no tardó en reaccionar, anunciando que, de ahora en adelante, la acción de pararse sobre la pelota será prohibida en los estadios brasileños. Esta decisión provocó la inmediata respuesta de figuras como el propio Depay y Neymar Jr., quienes argumentaron que se están coartando las jugadas de lujo, esenciales para el espectáculo. Desde el punto de vista reglamentario, la maniobra de Depay no es una infracción en sí misma; sin embargo, la pelea que se generó a raíz de ella sí constituye una conducta antideportiva. El debate se centra en si un lujo puede ser considerado una provocación que merezca sanción, y más preocupante aún, el precedente que esto sienta al castigar por primera vez una acción técnica con el balón, a diferencia de sanciones previas por quitarse la camiseta o provocar a las hinchadas rivales.

¿Está muriendo el "joga bonito" ante este tipo de restricciones? Como bien se menciona, mientras exista el fútbol con destellos de fantasía, como el que a veces nos regala Audax Italiano, la esperanza del "joga bonito" nunca muere. La pregunta, sin embargo, queda en el aire: ¿Fue la acción de Depay una jugada legal o una provocación?

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Matías Acuña aborda, de su particular manera, la candente interrogante que resuena en Brasil y en el mundo del fútbol: ¿Es el fin del "joga bonito"? La chispa la encendió el delantero neerlandés Memphis Depay, quien, al pararse sobre el balón durante un partido, desató una tormenta de opiniones y una controversial medida.

La Confederación Brasileña de Fútbol (CBF) no tardó en reaccionar, anunciando que, de ahora en adelante, la acción de pararse sobre la pelota será prohibida en los estadios brasileños. Esta decisión provocó la inmediata respuesta de figuras como el propio Depay y Neymar Jr., quienes argumentaron que se están coartando las jugadas de lujo, esenciales para el espectáculo. Desde el punto de vista reglamentario, la maniobra de Depay no es una infracción en sí misma; sin embargo, la pelea que se generó a raíz de ella sí constituye una conducta antideportiva. El debate se centra en si un lujo puede ser considerado una provocación que merezca sanción, y más preocupante aún, el precedente que esto sienta al castigar por primera vez una acción técnica con el balón, a diferencia de sanciones previas por quitarse la camiseta o provocar a las hinchadas rivales.

¿Está muriendo el "joga bonito" ante este tipo de restricciones? Como bien se menciona, mientras exista el fútbol con destellos de fantasía, como el que a veces nos regala Audax Italiano, la esperanza del "joga bonito" nunca muere. La pregunta, sin embargo, queda en el aire: ¿Fue la acción de Depay una jugada legal o una provocación?

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Menos chimuchina, más acción: el mensaje de Beausejour

En momentos en que el fútbol chileno vive una de sus etapas más confusas, con críticas que llegan desde todos los frentes y con resultados que no acompañan, hay voces que prefieren ir directo al grano. Y una de ellas fue la de Jean Beausejour, quien sin pelos en la lengua lanzó un mensaje que resume lo que muchos piensan: menos chimuchina, más acción.

El exseleccionado nacional, referente de la Generación Dorada y actual comentarista, no se quedó en lugares comunes ni frases decorativas. Su diagnóstico fue claro: la Selección Chilena necesita cambios profundos, y los necesita ya. No basta con declaraciones optimistas ni con diagnósticos repetidos. Se necesita valentía. Se necesita hacer ajustes reales en nombres, esquemas y mentalidades.

La crítica apunta a un problema estructural: se ha hablado demasiado, se ha polemizado hasta el cansancio, pero el rendimiento en cancha no ha mejorado. Y eso, a juicio de muchos, solo se revierte con decisiones difíciles. Dejar de pensar en el pasado glorioso y enfrentar el presente con la crudeza que merece.

El mensaje cala hondo porque viene de alguien que lo vivió desde dentro. Beausejour no habla desde la tribuna, habla desde la experiencia. Desde los vestuarios donde se ganaron Copas América. Desde las derrotas que dolieron y las victorias que unieron a todo un país. Por eso sus palabras tienen peso.

El público también lo siente. La hinchada está cansada de excusas, de discursos vacíos. Quiere ver respuestas en la cancha. Quiere volver a creer.

Y para eso, tal como dijo Bose, hay que cortar con la chimuchina. Es tiempo de mirar al frente, tomar decisiones valientes y volver a construir desde el juego.

Porque si algo le falta hoy a la Roja, no es pasión. Es claridad. Y mucha, mucha acción.

Militante o espectador: las dos caras del hincha

¿Qué significa ser hincha en tiempos donde el fútbol es cada vez más espectáculo y menos ritual? Esa es la pregunta que, sin querer, se ha instalado con fuerza entre quienes viven la pasión por sus colores. Y la respuesta, como siempre, divide. Esta es la nueva columna de Grace Lazcano,

Por un lado, están los militantes. Esos que no se pierden un solo partido. Que viajan kilómetros por ver a su equipo. Que no solo compran la camiseta, sino que la defienden con el alma. Son los que siguen alentando en la mala, los que arman banderas, los que transforman el estadio en un templo.

Del otro, los espectadores. Los que disfrutan del fútbol, pero a distancia. Que analizan, que critican, que celebran, pero desde la comodidad del sillón. Son hinchas también, pero su vínculo es menos visceral, más racional. Más de highlights que de noventa minutos en el tablón.

En Chile, ambas posturas conviven, a veces con tensión, otras con respeto. Pero lo cierto es que ambas formas de vivir el fútbol tienen valor. Porque al final del día, todos vibran con el gol, todos sufren con la derrota, todos sueñan con la gloria.

Lo importante es no olvidar que el fútbol no es solo lo que pasa en la cancha. Es identidad, es pertenencia, es memoria colectiva. Y ahí, tanto el militante como el espectador tienen su espacio.

Quizás el desafío está en no juzgar al otro, sino en entender que el amor por el fútbol se manifiesta de múltiples maneras. Algunas más ruidosas, otras más silenciosas. Pero todas auténticas.

Ser hincha es un acto de fe. Y como toda fe, se vive a su manera.