Clásico Universitario, el más atractivo del país

Clásico Universitario, el más atractivo del país

En su nueva columna para Minuto 90, Jorge Gómez, "Pelotazo", nos sumerge en la rica historia del fútbol chileno, argumentando por qué el Clásico Universitario es, para muchos, el duelo más entretenido, peleado y, por ende, el más atractivo de nuestro balompié, especialmente en la antesala de una nueva edición.

"¿Cuál es el clásico que marcó tu vida?", se pregunta Pelotazo, reconociendo la dificultad de responder en un presente con un "fútbol destruido", donde incluso clásicos han debido ser suspendidos. Sin embargo, destaca que el enfrentamiento entre las dos casas de estudio más importantes del país, la laica (Universidad de Chile) y la religiosa (Universidad Católica), siempre ha tenido una trascendencia especial.

Reviviendo épocas doradas, Gómez recuerda cómo ir al estadio para este partido "era todo un panorama, una tarde completa". Nos transporta a los años 60, con los duelos entre el Ballet Azul y la Católica de Alberto 'Tito' Fouillioux. En 1961, ambos equipos llegaron igualados en puntos, forzando una final que terminó 1-1 y un posterior partido de desempate donde la UC se coronó campeona al ganar 3-2, con un penal decisivo de Fouillioux a los 86 minutos. Al año siguiente, en 1962, la historia se repitió con ambos igualados, pero esta vez fue la 'U' quien se impuso en la final por un contundente 5-3.

La columna también rememora otros hitos imborrables, como el polémico título de Universidad de Chile en 1994, con el recordado gol en offside de Marcelo Salas, o la infartante definición del Clausura 2005, donde Universidad Católica se alzó con el título tras una definición a penales contra la 'U', marcada por el penal convertido por el argentino Marcelo "Polo" Quinteros.

Pelotazo concluye enfatizando que, para las generaciones anteriores –"tu papá, tu abuelo, tu bisabuelo"–, el Clásico Universitario es, sin duda, el más importante en la historia de Chile, por encima incluso del Superclásico, que recién comenzó a disputarse como tal en 1959.

Y tú, ¿cuál es el clásico que más te marcó? Te invitamos a comentar y seguir a Minuto 90 en todas sus redes sociales.

En su nueva columna para Minuto 90, Jorge Gómez, "Pelotazo", nos sumerge en la rica historia del fútbol chileno, argumentando por qué el Clásico Universitario es, para muchos, el duelo más entretenido, peleado y, por ende, el más atractivo de nuestro balompié, especialmente en la antesala de una nueva edición.

"¿Cuál es el clásico que marcó tu vida?", se pregunta Pelotazo, reconociendo la dificultad de responder en un presente con un "fútbol destruido", donde incluso clásicos han debido ser suspendidos. Sin embargo, destaca que el enfrentamiento entre las dos casas de estudio más importantes del país, la laica (Universidad de Chile) y la religiosa (Universidad Católica), siempre ha tenido una trascendencia especial.

Reviviendo épocas doradas, Gómez recuerda cómo ir al estadio para este partido "era todo un panorama, una tarde completa". Nos transporta a los años 60, con los duelos entre el Ballet Azul y la Católica de Alberto 'Tito' Fouillioux. En 1961, ambos equipos llegaron igualados en puntos, forzando una final que terminó 1-1 y un posterior partido de desempate donde la UC se coronó campeona al ganar 3-2, con un penal decisivo de Fouillioux a los 86 minutos. Al año siguiente, en 1962, la historia se repitió con ambos igualados, pero esta vez fue la 'U' quien se impuso en la final por un contundente 5-3.

La columna también rememora otros hitos imborrables, como el polémico título de Universidad de Chile en 1994, con el recordado gol en offside de Marcelo Salas, o la infartante definición del Clausura 2005, donde Universidad Católica se alzó con el título tras una definición a penales contra la 'U', marcada por el penal convertido por el argentino Marcelo "Polo" Quinteros.

Pelotazo concluye enfatizando que, para las generaciones anteriores –"tu papá, tu abuelo, tu bisabuelo"–, el Clásico Universitario es, sin duda, el más importante en la historia de Chile, por encima incluso del Superclásico, que recién comenzó a disputarse como tal en 1959.

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En estadios gigantes o en canchas de tierra, el fútbol une. Cruza clases sociales, culturas, religiones e ideologías. El que cree que solo se trata de 22 personas corriendo detrás de un balón, no ha entendido su verdadera magnitud.

El fútbol es identidad. Es cultura popular. Es herencia. Pero también es protesta, espacio de resistencia, herramienta política, canal de expresión. Desde las pancartas en las galerías hasta los cánticos que exigen justicia, desde la visibilidad que le dio el deporte a causas como la igualdad de género, hasta las campañas por la paz, el fútbol ha sido un escenario más para hablar de lo que duele y lo que se sueña.

En América Latina, en particular, esta realidad es aún más intensa. Aquí el fútbol ha servido para denunciar desigualdades, unir pueblos divididos, encender procesos sociales. Los ídolos no solo representan clubes: representan barrios, esperanzas, frustraciones y sueños colectivos.

Y, al mismo tiempo, el fútbol ha sido también un espejo de lo peor: corrupción, racismo, discriminación. Pero su alcance lo vuelve poderoso: lo que se muestra en una cancha lo ve el mundo. Y eso obliga a responsabilizarse del mensaje que se entrega.

Por eso, cuando decimos que el fútbol es un movimiento social, no exageramos. Lo vivimos cada día. En cada gol, en cada hinchada, en cada historia.

El desafío ahora es entender ese poder. Y usarlo. Para construir, para incluir, para unir. Porque si el fútbol tiene esa capacidad de emocionarnos y conectarnos, también tiene la capacidad de transformarnos.

Más que un deporte, el fútbol puede —y debe— ser una fuerza de cambio.