Militante o espectador: las dos caras del hincha

Militante o espectador: las dos caras del hincha

¿Qué significa ser hincha en tiempos donde el fútbol es cada vez más espectáculo y menos ritual? Esa es la pregunta que, sin querer, se ha instalado con fuerza entre quienes viven la pasión por sus colores. Y la respuesta, como siempre, divide. Esta es la nueva columna de Grace Lazcano,

Por un lado, están los militantes. Esos que no se pierden un solo partido. Que viajan kilómetros por ver a su equipo. Que no solo compran la camiseta, sino que la defienden con el alma. Son los que siguen alentando en la mala, los que arman banderas, los que transforman el estadio en un templo.

Del otro, los espectadores. Los que disfrutan del fútbol, pero a distancia. Que analizan, que critican, que celebran, pero desde la comodidad del sillón. Son hinchas también, pero su vínculo es menos visceral, más racional. Más de highlights que de noventa minutos en el tablón.

En Chile, ambas posturas conviven, a veces con tensión, otras con respeto. Pero lo cierto es que ambas formas de vivir el fútbol tienen valor. Porque al final del día, todos vibran con el gol, todos sufren con la derrota, todos sueñan con la gloria.

Lo importante es no olvidar que el fútbol no es solo lo que pasa en la cancha. Es identidad, es pertenencia, es memoria colectiva. Y ahí, tanto el militante como el espectador tienen su espacio.

Quizás el desafío está en no juzgar al otro, sino en entender que el amor por el fútbol se manifiesta de múltiples maneras. Algunas más ruidosas, otras más silenciosas. Pero todas auténticas.

Ser hincha es un acto de fe. Y como toda fe, se vive a su manera.

¿Qué significa ser hincha en tiempos donde el fútbol es cada vez más espectáculo y menos ritual? Esa es la pregunta que, sin querer, se ha instalado con fuerza entre quienes viven la pasión por sus colores. Y la respuesta, como siempre, divide. Esta es la nueva columna de Grace Lazcano,

Por un lado, están los militantes. Esos que no se pierden un solo partido. Que viajan kilómetros por ver a su equipo. Que no solo compran la camiseta, sino que la defienden con el alma. Son los que siguen alentando en la mala, los que arman banderas, los que transforman el estadio en un templo.

Del otro, los espectadores. Los que disfrutan del fútbol, pero a distancia. Que analizan, que critican, que celebran, pero desde la comodidad del sillón. Son hinchas también, pero su vínculo es menos visceral, más racional. Más de highlights que de noventa minutos en el tablón.

En Chile, ambas posturas conviven, a veces con tensión, otras con respeto. Pero lo cierto es que ambas formas de vivir el fútbol tienen valor. Porque al final del día, todos vibran con el gol, todos sufren con la derrota, todos sueñan con la gloria.

Lo importante es no olvidar que el fútbol no es solo lo que pasa en la cancha. Es identidad, es pertenencia, es memoria colectiva. Y ahí, tanto el militante como el espectador tienen su espacio.

Quizás el desafío está en no juzgar al otro, sino en entender que el amor por el fútbol se manifiesta de múltiples maneras. Algunas más ruidosas, otras más silenciosas. Pero todas auténticas.

Ser hincha es un acto de fe. Y como toda fe, se vive a su manera.

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Arcos: "Así no se puede jugar en Chile"

En su habitual columna para Minuto 90, Cristián Arcos alza la voz ante una problemática que golpea con dureza al fútbol chileno: el deplorable estado de las canchas y la alarmante cifra de partidos suspendidos. "Es imposible jugar al fútbol en Chile de esta manera", sentencia el comunicador, refiriéndose a la precariedad de los terrenos de juego y la sorprendente cantidad de estadios en simultáneos procesos de reparación, muchos de ellos vinculados al próximo Mundial Sub-20.

Arcos no se guarda nada y apunta a una alarmante cifra: "En apenas tres meses de competencia, tres meses de año calendario, en Chile se han suspendido 11 partidos". Esta situación afecta transversalmente a la competición, involucrando a equipos grandes, clásicos y también a clubes de menor envergadura. El periodista critica la dificultad para organizar encuentros y pone como ejemplo el caso del Estadio Santa Laura, que tras "tres meses de para", presenta una cancha "cada vez más deplorable" y, paradójicamente, se prepara para albergar duelos de la Copa Sudamericana.

El columnista recuerda la existencia de un reglamento claro: si un equipo anfitrión no garantiza las condiciones para disputar un partido como local, debería perder los tres puntos por un marcador de 3-0. Una normativa que, según el comunicador, "evidentemente no se cumple". La situación es crítica al punto que, según Arcos, "en una ciudad como Santiago, de 7 millones de habitantes, no hay la capacidad para organizar partidos de fútbol simultáneos el mismo día".

Finalmente, Cristián Arcos deja planteada la interrogante sobre el futuro inmediato de la actividad: "¿Qué se puede hacer con el fútbol chileno? ¿Qué se puede hacer para cumplir la norma? ¿Qué se puede hacer para darle continuidad al campeonato?". Son preguntas que, según su análisis, "ni los clubes ni las dirigencias de la ANFP se han hecho hasta ahora". La invitación queda abierta a la reflexión y al debate: "¿Es posible seguir jugando de esta manera? Cuéntanos tu experiencia y déjanos tus comentarios en la comunidad de Minuto 90".

Cote Urrutia: el difícil camino de ser madre y jugadora

En una nueva entrega de su espacio, la periodista Grace Lazcano aborda una realidad cruda y a menudo invisibilizada en el fútbol femenino: las complejidades de migrar para desarrollar una carrera internacional, especialmente cuando se es madre. La invitada para profundizar en este tema fue la destacada delantera nacional María José "Cote" Urrutia.

Urrutia, con experiencia en el fútbol brasileño, compartió su vivencia personal, profundamente marcada por la distancia con su hija. "Yo si no he jugado fuera es por mi hija", confesó de entrada. Al recordar su paso por Brasil, detalló: "Tomé la decisión en ese momento de irme a Brasil. Era porque eran seis meses, porque aunque fueron seis meses, sí lo pasé mal. Me perdí su primer día de clase, me perdí otro cumpleaños, me perdí un día de la mamá, me perdí cosas que al final quizás a los hombres no le duelen tanto. Yo sí lo pasé mal", sinceró la atacante.

La conversación puso de manifiesto la abismal diferencia con el fútbol masculino. Lazcano apuntó a cómo jamás se cuestiona a un futbolista hombre sobre el cuidado de sus hijos al partir al extranjero: "¿Algo que jamás, jamás, jamás se ha escuchado con un futbolista hombre, oye, y se va de Chile? ¿Y qué va a hacer con la hija?", reflexionó la periodista. Urrutia complementó esta visión, señalando: "En el femenino hasta el día de hoy es muy difícil poder llevarte a tu familia contigo... A ellos [los hombres] no los llevan a vivir con alguien más cuando se van por fuera. O sea, al tiro tienen sus casas, sus cosas y pueden llevarse a toda la familia. Es totalmente diferente".

La delantera explicó que las condiciones de asentamiento son dispares, ya que a diferencia de sus colegas varones, las jugadoras en muchos casos no reciben las facilidades para vivir con sus familias y deben compartir vivienda. "Se habla del profesionalismo, de otros lugares, no sé, pero la realidad es que las jugadoras en muchos países, en la gran mayoría de las ligas, viven con más jugadoras. O sea, te llevan a vivir como no te alcanza para ir la jugadora sola y que viva con su familia y sola", detalló Lazcano. Ante esta realidad, Urrutia reafirmó su postura: "Por eso en ese momento tomé esa decisión de poder tener esa vivencia, de poder salir del país a jugar. Por eso no lo he hecho más tampoco. Porque si yo no me voy con la Sofi, para mí es súper difícil. Yo no podría dejarla aquí".

Un testimonio revelador que expone las barreras adicionales que enfrentan las mujeres en el deporte profesional. Mira completa en YouTube la entrevista de @gracelazcano a @coteurrutia9, donde la delantera conversa sobre su presente futbolístico, su inolvidable momento en los Panamericanos, y también de su aventura en el extranjero.