¿Qué es lo lindo de ser de la U? Los Hinchas Responden

¿Qué es lo lindo de ser de la U? Los Hinchas Responden

Este 24 de mayo, Universidad de Chile está de fiesta. El club azul celebra sus 98 años de historia y, como parte de nuestra #coberturaminuto90 y en esta #efemérides especial, en Minuto 90 salimos a la calle para hacerle una pregunta simple pero profunda a sus seguidores: ¿Qué es lo lindo de ser de la U? Las respuestas, cargadas de emoción, reflejan un sentimiento que trasciende generaciones.

Para muchos, ser de la U es una herencia sagrada. "Yo, 40 años, le inculqué el sentimiento por la U a mi hija también desde chiquitita aquí en el estadio", confiesa un hincha, mientras otro agrega: "Amor eterno, los colores le inculqué a mi hijo, ahora estoy inculcándole a mi otro hijo". Esta conexión familiar se vive en cada partido: "Venir al estadio, disfrutar con ellos. La barra es bonita, los colores, la familia", explican. Una madre, incluso, relató cómo el amor por su pareja la llevó a enamorarse del club: "Él me contagió con este espíritu de la U, la barra, lo pasional que son... ver lo que ella [su hija] se emociona, para mí es súper lindo y nos une".

La pasión y el aguante son, sin duda, pilares del sentir azul. "La pasión por el club, yo creo. Y el aguante, lo más importante", afirma un fanático. Otro lo resume de forma categórica: "Hay que tener aguante, hay que sufrir; si no se sufre, no es de la U". Es un amor que se forja desde temprano: "Porque tú a los seis años fui al estadio y me enamoré de la U, sin saber nada de nada". Los hinchas destacan la emoción de alentar, los colores y el sentimiento que los une al "Bulla".

Desde Minuto 90, nos sumamos a la celebración y enviamos un afectuoso saludo a todos los chunchos y chunchas en este nuevo aniversario. ¡Felices 98 años, Universidad de Chile!

Este 24 de mayo, Universidad de Chile está de fiesta. El club azul celebra sus 98 años de historia y, como parte de nuestra #coberturaminuto90 y en esta #efemérides especial, en Minuto 90 salimos a la calle para hacerle una pregunta simple pero profunda a sus seguidores: ¿Qué es lo lindo de ser de la U? Las respuestas, cargadas de emoción, reflejan un sentimiento que trasciende generaciones.

Para muchos, ser de la U es una herencia sagrada. "Yo, 40 años, le inculqué el sentimiento por la U a mi hija también desde chiquitita aquí en el estadio", confiesa un hincha, mientras otro agrega: "Amor eterno, los colores le inculqué a mi hijo, ahora estoy inculcándole a mi otro hijo". Esta conexión familiar se vive en cada partido: "Venir al estadio, disfrutar con ellos. La barra es bonita, los colores, la familia", explican. Una madre, incluso, relató cómo el amor por su pareja la llevó a enamorarse del club: "Él me contagió con este espíritu de la U, la barra, lo pasional que son... ver lo que ella [su hija] se emociona, para mí es súper lindo y nos une".

La pasión y el aguante son, sin duda, pilares del sentir azul. "La pasión por el club, yo creo. Y el aguante, lo más importante", afirma un fanático. Otro lo resume de forma categórica: "Hay que tener aguante, hay que sufrir; si no se sufre, no es de la U". Es un amor que se forja desde temprano: "Porque tú a los seis años fui al estadio y me enamoré de la U, sin saber nada de nada". Los hinchas destacan la emoción de alentar, los colores y el sentimiento que los une al "Bulla".

Desde Minuto 90, nos sumamos a la celebración y enviamos un afectuoso saludo a todos los chunchos y chunchas en este nuevo aniversario. ¡Felices 98 años, Universidad de Chile!

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Para Inés Martínez, aún con sus 90 años, nada levanta pasiones como la Universidad de Chile.

No todos los equipos despiertan una pasión que resiste el paso del tiempo, los fracasos deportivos y los años sin títulos. Pero la U no es cualquier equipo. Es una bandera. Un sentimiento que va mucho más allá del resultado del fin de semana, sino pregúntenle a Inés en cada estadio que juegan los azules.

Para muchos hinchas azules, la frase “de la U aunque gane” no es ironía. Es convicción. Es una forma de asumir que el amor por los colores no está condicionado por los puntos en la tabla. Porque ser de la U es creer incluso cuando la historia reciente no acompaña.

La U no ha tenido una década fácil. Títulos esquivos, procesos rotos, promesas incumplidas. Y sin embargo, cada domingo, miles de personas visten la camiseta con el mismo orgullo de siempre. Hay algo en ese vínculo que no se explica con números: se explica con identidad.

El hincha de la U tiene memoria. Recuerda las gestas épicas de los 90, el histórico 2011, los goles de Rivarola, las atajadas de Johnny, la entrega de Osvaldo González, el fútbol de Charles Aránguiz. Pero también recuerda las caídas, las finales perdidas, los años de sufrimiento. Y sigue ahí.

Porque más que un club, la U es una forma de vivir el fútbol. Con pasión, con nervio, con corazón. Sin importar si se gana o se pierde. Lo que importa es estar. Acompañar. Creer.

En una época en que muchas hinchadas se definen por el éxito, la U conserva algo romántico: la idea de que ser hincha es incondicional. Y en eso, tal vez, reside su grandeza.

De la U, aunque gane. Aunque suene absurdo. Aunque parezca al revés. Porque para quien creció amando a la U, no hay resultado que defina ese amor. Solo el orgullo de seguir ahí, siempre.

Beausejour y la revancha personal que se celebra en silencio

Hay momentos en la carrera de un futbolista que no aparecen en los titulares, pero que lo cambian todo. Jean Beausejour vivió uno de esos instantes cuando, en plena concentración con la Selección Chilena, se enteró de que finalmente iba a ser titular. No era un partido cualquiera, no era una alineación más. Era la confirmación de que el trabajo, muchas veces silencioso y fuera de foco, finalmente había rendido frutos.

“Yo le había dicho a un par de compañeros que iba a jugar”, confesó tiempo después. Pero su reacción no fue de euforia ni de alegría desbordada. Fue de determinación. “No me vengan a abrazar ahora”, soltó. Porque Beausejour sabía que el fútbol está lleno de momentos en que se aplaude tarde, cuando la convicción ya viene de antes.

El lateral izquierdo, símbolo de la Generación Dorada, siempre tuvo una relación especial con la Roja. Con dos Mundiales encima, títulos con la camiseta de Chile y una carrera forjada con esfuerzo, su recorrido ha sido más de constancia que de flashes. Y en ese partido, cuando todos esperaban a otro, él demostró que todavía estaba para competir al más alto nivel.

Ese “no me vengan a abrazar ahora” no fue un desprecio. Fue una sentencia. Un mensaje para quienes dudan, para quienes aplauden solo cuando el éxito ya es evidente. Porque Beausejour nunca necesitó aprobación externa para rendir. Su motivación venía de adentro, de ese fuego que arde en los verdaderos profesionales.

En tiempos donde las carreras se construyen a golpe de viralizaciones y marketing, Beausejour nos recuerda que el fútbol sigue premiando a los que no bajan los brazos. A los que se preparan cuando nadie los ve. A los que hablan menos y corren más.

Y en silencio, como tantas veces, volvió a ganarse el respeto de todos.