La Roja: pronósticos divididos en Paraguay

La Roja: pronósticos divididos en Paraguay

Asunción, Paraguay - En la previa del crucial encuentro de La Roja en tierras paraguayas, el ambiente entre los hinchas chilenos que llegaron a Asunción es una mezcla de esperanza y cautela. Nuestro enviado especial, Matías Acuña, se encontró con un particular grupo de fanáticos que viven las horas previas con una variedad de pronósticos para el duelo de esta tarde.

Este grupo de seguidores, unidos por lazos familiares –"hermanos, cuñados, tíos, suegros, primos", según describieron– no solo viajó para alentar a la selección, sino que también tiene planes de confraternizar deportivamente. "Vamos a hacer un amistoso acá con un grupo paraguayo el viernes", comentaron, revelando incluso la intención de alguno de "comprar una camiseta de Paraguay por si acaso", entre risas.

Consultados por el resultado del partido, las opiniones fueron diversas. Mientras algunos se mostraron pesimistas, vaticinando derrotas por "1-0" o "2-0" ("Yo lo veo muy difícil hoy día, pero yo creo que vamos a perder 2-0", "Yo también creo que vamos a perder 2-0", "Yo cacho que perdemos"), otros mantienen la fe intacta. "Yo creo que un empate podría ser", señaló uno, mientras que el más optimista apostó por un triunfo con gol de una figura clave: "La fe en Alexis Sánchez es más grande que todo. Gol de Chile, Alexis Sánchez". La incertidumbre reina, pero la pasión por La Roja se siente fuerte en Asunción.

Asunción, Paraguay - En la previa del crucial encuentro de La Roja en tierras paraguayas, el ambiente entre los hinchas chilenos que llegaron a Asunción es una mezcla de esperanza y cautela. Nuestro enviado especial, Matías Acuña, se encontró con un particular grupo de fanáticos que viven las horas previas con una variedad de pronósticos para el duelo de esta tarde.

Este grupo de seguidores, unidos por lazos familiares –"hermanos, cuñados, tíos, suegros, primos", según describieron– no solo viajó para alentar a la selección, sino que también tiene planes de confraternizar deportivamente. "Vamos a hacer un amistoso acá con un grupo paraguayo el viernes", comentaron, revelando incluso la intención de alguno de "comprar una camiseta de Paraguay por si acaso", entre risas.

Consultados por el resultado del partido, las opiniones fueron diversas. Mientras algunos se mostraron pesimistas, vaticinando derrotas por "1-0" o "2-0" ("Yo lo veo muy difícil hoy día, pero yo creo que vamos a perder 2-0", "Yo también creo que vamos a perder 2-0", "Yo cacho que perdemos"), otros mantienen la fe intacta. "Yo creo que un empate podría ser", señaló uno, mientras que el más optimista apostó por un triunfo con gol de una figura clave: "La fe en Alexis Sánchez es más grande que todo. Gol de Chile, Alexis Sánchez". La incertidumbre reina, pero la pasión por La Roja se siente fuerte en Asunción.

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Incluso los extranjeros sienten a La Roja como suya

Hay partidos que no conocen de fronteras. Que no entienden de nacionalidades ni pasaportes. Que se juegan con la misma pasión por quienes nacieron en Chile como por quienes, desde otros rincones del mundo, decidieron hacer de este país su hogar. Y hoy, cuando juega la Selección, todos estamos con La Roja. Incluso los extranjeros.

Así lo reflejan historias como la de Rafael, un hincha que no nació en Chile, pero que lo vive como si llevara el escudo en la piel desde siempre. “Como vivimos aquí en Chile, es mi segundo país”, dice. Y esa frase, breve pero poderosa, resume lo que muchas personas sienten cuando ven a la Roja salir a la cancha.

El fútbol tiene esa magia de integrar, de emocionar, de representar más allá de lo evidente. Y en un país que ha abierto sus puertas a miles de migrantes en los últimos años, la selección se ha convertido también en un punto de encuentro, en un símbolo de unidad.

Rafael no es el único. Hay miles que hoy se emocionan con el himno, que gritan los goles, que sufren las derrotas y celebran los triunfos. Porque amar a un país también puede empezar en una cancha. Y el fútbol chileno, con su historia de lucha, coraje y gloria, tiene ese poder de enamorar.

En tiempos donde el debate sobre la identidad y la pertenencia muchas veces se polariza, estas muestras de cariño espontáneo hablan por sí solas. Hoy, más que nunca, la Roja es de todos. Y eso es algo que el fútbol chileno debe cuidar, abrazar y celebrar.

Porque cuando el equipo de todos logra realmente serlo, no hay nada más poderoso. Ni más chileno.

La voz de los hinchas: cuando el pueblo opina de fútbol

En cada rincón de América Latina, el fútbol se vive como una pasión heredada, y con cada torneo internacional, los hinchas se convierten en protagonistas. La Copa América no es la excepción. Esta vez, desde las gradas de un estadio en Paraguay, la voz de los hinchas chilenos y argentinos se hizo sentir.

“Tenía que hablar el mejor 10 de Argentina ahora”, decía uno de los entrevistados. Otro le respondía con humor: “Está bien que hable, si total no juega”. Las risas compartidas y los comentarios cruzados reflejan una verdad ineludible: el fútbol es conversación, debate, provocación, pero también respeto.

En medio del folklore de camisetas, cánticos y banderas, lo que queda claro es que los hinchas entienden el juego como parte de su vida diaria. No son simples espectadores; son analistas, críticos y poetas del balón. Opiniones sobre Messi, la Albiceleste, la Roja, y las figuras del momento fluyen con naturalidad, sin filtros, sin poses.

Este mosaico de voces es parte esencial del espectáculo. Porque sin el hincha, sin su emoción, sin sus reclamos ni celebraciones, el fútbol pierde sabor. Es en la tribuna donde se construyen las narrativas que luego ocupan los titulares. Es en esa mezcla de sabiduría popular y fervor incondicional donde el deporte más hermoso del mundo cobra sentido.

Los que están ahí, alentando bajo el sol, improvisando análisis tácticos entre cerveza y banderas, son los verdaderos guardianes del espíritu futbolero. Y su voz, muchas veces relegada, tiene más verdad que muchas conferencias de prensa.

En la Copa, como en la vida, el hincha tiene la palabra. Y su grito, por muy anónimo que sea, resuena en todo el continente.