Isla ante Uruguay: el gol que cambió la historia

Isla ante Uruguay: el gol que cambió la historia

Jorge “Pelotazo” Gómez recuerda una fecha imborrable en la memoria del fútbol chileno. Hoy se cumplen 10 años de un partido que, para muchos, significó un antes y un después para la Selección Chilena: la victoria por 1-0 sobre Uruguay en la Copa América 2015.

El 24 de junio de ese año, el equipo dirigido por Jorge Sampaoli enfrentaba a un rival que históricamente nos había hecho sufrir. Como recuerda Pelotazo, "con Uruguay siempre sufrimos. Ellos siempre salían con la suya, incluso con la trampa". La rivalidad venía de lejos, con anécdotas como la del camino a México 86, cuando en un tiro libre de Jorge Aravena, un jugador uruguayo lanzó una naranja para desviar la pelota.

En ese partido de 2015, Chile dominaba las acciones mientras Uruguay apostaba por llegar a los penales. Sin embargo, todo cambió con el legendario gol de Mauricio "Huaso" Isla, uno de los tantos más gritados en la historia de La Roja, comparable al de Fabián Orellana a Argentina, al de Marcelo Salas a Italia en el 98 o incluso al de Eladio Rojas a Yugoslavia en el 62.

Ese gol fue más que una simple anotación; fue una catarsis. Fue la señal de que por fin se podía ser campeón, derrotando a un rival que "siempre nos hizo sufrir, que siempre nos hizo llorar". Se borró la sensación de fracaso y nació la ilusión. Como dice el dicho, no hay mal que dure 100 años, y la espera por la Copa América duró 99. Gracias a ese gol del Huaso Isla, una noche de junio de 2015, Chile empezó a soñar con su primer título.

Y tú, ¿dónde viste el partido de Chile con Uruguay? ¿Cuánto celebraste el gol del Huaso Isla? ¡Comenta con nosotros y sigue a Minuto 90 en todas las redes sociales!

Jorge “Pelotazo” Gómez recuerda una fecha imborrable en la memoria del fútbol chileno. Hoy se cumplen 10 años de un partido que, para muchos, significó un antes y un después para la Selección Chilena: la victoria por 1-0 sobre Uruguay en la Copa América 2015.

El 24 de junio de ese año, el equipo dirigido por Jorge Sampaoli enfrentaba a un rival que históricamente nos había hecho sufrir. Como recuerda Pelotazo, "con Uruguay siempre sufrimos. Ellos siempre salían con la suya, incluso con la trampa". La rivalidad venía de lejos, con anécdotas como la del camino a México 86, cuando en un tiro libre de Jorge Aravena, un jugador uruguayo lanzó una naranja para desviar la pelota.

En ese partido de 2015, Chile dominaba las acciones mientras Uruguay apostaba por llegar a los penales. Sin embargo, todo cambió con el legendario gol de Mauricio "Huaso" Isla, uno de los tantos más gritados en la historia de La Roja, comparable al de Fabián Orellana a Argentina, al de Marcelo Salas a Italia en el 98 o incluso al de Eladio Rojas a Yugoslavia en el 62.

Ese gol fue más que una simple anotación; fue una catarsis. Fue la señal de que por fin se podía ser campeón, derrotando a un rival que "siempre nos hizo sufrir, que siempre nos hizo llorar". Se borró la sensación de fracaso y nació la ilusión. Como dice el dicho, no hay mal que dure 100 años, y la espera por la Copa América duró 99. Gracias a ese gol del Huaso Isla, una noche de junio de 2015, Chile empezó a soñar con su primer título.

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No todo en el fútbol son goles, tácticas o fichajes. Hay momentos que hablan de lo más profundo del deporte: la camaradería, la amistad, el respeto por el otro. Eso fue lo que dejó entrever Matías Acuña en su paso por Asunción, con una frase tan simple como potente: “Un cero. ¿Y esta amistad cómo funciona?”

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Jorge Sampaoli: entre el odio y la gloria

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Por Pelotazo

Pocos entrenadores en la historia del fútbol chileno han dejado una huella tan profunda —y a la vez tan dividida— como Jorge Luis Sampaoli. Su nombre está marcado a fuego en la memoria colectiva nacional. Para algunos, es el artífice del título más importante en la historia de la Roja. Para otros, un símbolo de traición, conflicto y egos desbordados.

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Pero tras el triunfo vino la fractura. Declaraciones polémicas, conflictos con jugadores, disputas internas con dirigentes. Su salida, lejos de ser limpia, dejó heridas. Y desde entonces, su figura quedó atrapada en el limbo: ídolo para unos, villano para otros.

¿Por qué un técnico que tocó la gloria despierta tanto rechazo? Tal vez porque Sampaoli representa una forma de liderazgo intensa, poco diplomática, áspera. Exigente al extremo, obsesivo, desafiante. No busca caer bien. Busca ganar. Y en esa búsqueda, no todos logran resistir.

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A casi una década del título continental, el debate sigue abierto. ¿Debe ser recordado como el mejor técnico de nuestra historia? ¿O su legado se ve manchado por su forma de marcharse?

En un país donde el fútbol es emoción, es identidad, es memoria, estas preguntas no son menores. Porque el juicio sobre Sampaoli, más allá de las estadísticas, habla también de lo que esperamos —y toleramos— de quienes nos llevan a la cima.

Y como toda figura divisoria, su historia no termina. Se discute. Se reinterpreta. Se vive.