Asumir la realidad: la frase que Chile no quiere escuchar

Asumir la realidad: la frase que Chile no quiere escuchar

Un sentido de realidad

Por Grace Lazcano

Tanto nos va a costar tener un sentido de realidad. La frase golpea como un pelotazo al pecho. No viene de un comentarista extranjero, ni de un hater en redes. Viene desde dentro. De uno de los nuestros. Y por eso duele más.

Este video que ha dado vueltas por Instagram no es cualquier opinión pasajera. Es una declaración que cala hondo. Que retrata a la perfección lo que vive el fútbol chileno hoy: un momento de autoengaño. De evasión colectiva. De excusas repetidas.

No es casual que se vuelva viral. Porque habla sin rodeos del verdadero problema: Chile sigue actuando como si estuviera en la élite, cuando la realidad grita otra cosa. Fracasos en torneos juveniles, técnicos que no duran, jugadores que se pierden entre decisiones mal tomadas y un medio que sigue viviendo del pasado.

La generación dorada fue una excepción, no la regla. Y cada vez que se recuerda con nostalgia ese 2015 o 2016, se refuerza la distancia con lo que somos hoy. Porque mientras otros países invierten en fútbol formativo, infraestructura y gestión moderna, en Chile seguimos peleando por calendarios, cupos extranjeros y el VAR.

¿Tanto nos va a costar tener un sentido de realidad? Sí. Nos cuesta aceptar que ya no asustamos. Que no somos favoritos. Que hay que reconstruir desde abajo, sin promesas vacías ni nombres rimbombantes.

Pero esa aceptación puede ser también el punto de partida. Porque cuando se asume la realidad, se puede empezar a transformarla. Ya no desde la ilusión, sino desde el trabajo. Ya no desde el mito, sino desde el futuro.

El video no es solo una crítica. Es un llamado. Uno que resuena en estadios vacíos, en canchas de tierra, en conversaciones de sobremesa. Uno que incomoda, pero que necesitamos escuchar.

Porque solo así, dejando de engañarnos, podemos volver a creer en lo que algún día fuimos. Y en lo que podríamos volver a ser.

Un sentido de realidad

Por Grace Lazcano

Tanto nos va a costar tener un sentido de realidad. La frase golpea como un pelotazo al pecho. No viene de un comentarista extranjero, ni de un hater en redes. Viene desde dentro. De uno de los nuestros. Y por eso duele más.

Este video que ha dado vueltas por Instagram no es cualquier opinión pasajera. Es una declaración que cala hondo. Que retrata a la perfección lo que vive el fútbol chileno hoy: un momento de autoengaño. De evasión colectiva. De excusas repetidas.

No es casual que se vuelva viral. Porque habla sin rodeos del verdadero problema: Chile sigue actuando como si estuviera en la élite, cuando la realidad grita otra cosa. Fracasos en torneos juveniles, técnicos que no duran, jugadores que se pierden entre decisiones mal tomadas y un medio que sigue viviendo del pasado.

La generación dorada fue una excepción, no la regla. Y cada vez que se recuerda con nostalgia ese 2015 o 2016, se refuerza la distancia con lo que somos hoy. Porque mientras otros países invierten en fútbol formativo, infraestructura y gestión moderna, en Chile seguimos peleando por calendarios, cupos extranjeros y el VAR.

¿Tanto nos va a costar tener un sentido de realidad? Sí. Nos cuesta aceptar que ya no asustamos. Que no somos favoritos. Que hay que reconstruir desde abajo, sin promesas vacías ni nombres rimbombantes.

Pero esa aceptación puede ser también el punto de partida. Porque cuando se asume la realidad, se puede empezar a transformarla. Ya no desde la ilusión, sino desde el trabajo. Ya no desde el mito, sino desde el futuro.

El video no es solo una crítica. Es un llamado. Uno que resuena en estadios vacíos, en canchas de tierra, en conversaciones de sobremesa. Uno que incomoda, pero que necesitamos escuchar.

Porque solo así, dejando de engañarnos, podemos volver a creer en lo que algún día fuimos. Y en lo que podríamos volver a ser.

Recomendado

Incluso los extranjeros sienten a La Roja como suya

Hay partidos que no conocen de fronteras. Que no entienden de nacionalidades ni pasaportes. Que se juegan con la misma pasión por quienes nacieron en Chile como por quienes, desde otros rincones del mundo, decidieron hacer de este país su hogar. Y hoy, cuando juega la Selección, todos estamos con La Roja. Incluso los extranjeros.

Así lo reflejan historias como la de Rafael, un hincha que no nació en Chile, pero que lo vive como si llevara el escudo en la piel desde siempre. “Como vivimos aquí en Chile, es mi segundo país”, dice. Y esa frase, breve pero poderosa, resume lo que muchas personas sienten cuando ven a la Roja salir a la cancha.

El fútbol tiene esa magia de integrar, de emocionar, de representar más allá de lo evidente. Y en un país que ha abierto sus puertas a miles de migrantes en los últimos años, la selección se ha convertido también en un punto de encuentro, en un símbolo de unidad.

Rafael no es el único. Hay miles que hoy se emocionan con el himno, que gritan los goles, que sufren las derrotas y celebran los triunfos. Porque amar a un país también puede empezar en una cancha. Y el fútbol chileno, con su historia de lucha, coraje y gloria, tiene ese poder de enamorar.

En tiempos donde el debate sobre la identidad y la pertenencia muchas veces se polariza, estas muestras de cariño espontáneo hablan por sí solas. Hoy, más que nunca, la Roja es de todos. Y eso es algo que el fútbol chileno debe cuidar, abrazar y celebrar.

Porque cuando el equipo de todos logra realmente serlo, no hay nada más poderoso. Ni más chileno.

La voz de los hinchas: cuando el pueblo opina de fútbol

En cada rincón de América Latina, el fútbol se vive como una pasión heredada, y con cada torneo internacional, los hinchas se convierten en protagonistas. La Copa América no es la excepción. Esta vez, desde las gradas de un estadio en Paraguay, la voz de los hinchas chilenos y argentinos se hizo sentir.

“Tenía que hablar el mejor 10 de Argentina ahora”, decía uno de los entrevistados. Otro le respondía con humor: “Está bien que hable, si total no juega”. Las risas compartidas y los comentarios cruzados reflejan una verdad ineludible: el fútbol es conversación, debate, provocación, pero también respeto.

En medio del folklore de camisetas, cánticos y banderas, lo que queda claro es que los hinchas entienden el juego como parte de su vida diaria. No son simples espectadores; son analistas, críticos y poetas del balón. Opiniones sobre Messi, la Albiceleste, la Roja, y las figuras del momento fluyen con naturalidad, sin filtros, sin poses.

Este mosaico de voces es parte esencial del espectáculo. Porque sin el hincha, sin su emoción, sin sus reclamos ni celebraciones, el fútbol pierde sabor. Es en la tribuna donde se construyen las narrativas que luego ocupan los titulares. Es en esa mezcla de sabiduría popular y fervor incondicional donde el deporte más hermoso del mundo cobra sentido.

Los que están ahí, alentando bajo el sol, improvisando análisis tácticos entre cerveza y banderas, son los verdaderos guardianes del espíritu futbolero. Y su voz, muchas veces relegada, tiene más verdad que muchas conferencias de prensa.

En la Copa, como en la vida, el hincha tiene la palabra. Y su grito, por muy anónimo que sea, resuena en todo el continente.