David Arellano: corazón del Cacique

David Arellano: corazón del Cacique

En el marco del Centenario de Colo Colo, Matías Acuña, en su columna para Minuto 90, profundiza en la figura trascendental de David Arellano, el hombre cuyo espíritu y visión son el verdadero corazón y alma del Cacique.

Acuña destaca que la esencia de Colo Colo no reside únicamente en sus títulos o en su estadio, sino en su origen, personificado en David Arellano. Este profesor normalista y exjugador de Magallanes, con el que incluso fue campeón en 1920 y 1921, poseía una visión que iba más allá del amateurismo reinante en el fútbol chileno de la época. Impulsado por el bajo rendimiento de la selección nacional, Arellano emprendió viajes por Sudamérica para estudiar metodologías de entrenamiento y comprender cómo se jugaba al fútbol en otros países. A su regreso, sus innovadoras ideas no encontraron eco, lo que, sumado a sus críticas al "amateurismo" del balompié local, desencadenó el histórico acto de rebeldía: su renuncia a Magallanes.

El anhelo de Arellano era claro: fundar un club que fuera genuinamente nacional y popular, en un tiempo donde abundaban equipos con nombres en inglés. Así nació Colo Colo, que, demostrando su potencial desde el inicio, se coronó campeón en su primer año de existencia. Pero la ambición de su fundador no se detuvo ahí; organizó giras para que todo el país conociera al nuevo equipo y, posteriormente, llevó al "Cacique" a Europa, buscando dar a conocer a los albos en todo el mundo y cimentando su estatus como el equipo más popular de Chile.

La historia, sin embargo, tuvo un giro trágico. En 1927, durante una gira por España, David Arellano falleció a consecuencia de un golpe sufrido en un partido. No obstante, como subraya Acuña, su sueño ya había cobrado vida propia. La visión de Arellano de un equipo popular, que representara a Chile tanto dentro como fuera del país y que fuera un constante animador y ganador en el fútbol chileno, se consolidó y se transformó en el legado inmortal del fundador.

Matías Acuña concluye su columna invitando a la reflexión: ¿Qué opinas de la historia de David Arellano como símbolo de estos 100 años de Colo Colo? ¿Y qué otros ídolos deberían estar junto a él entre los más grandes de la historia del equipo albo? Te invitamos a dejar tus comentarios y sumarte a la comunidad de Minuto 90.

En el marco del Centenario de Colo Colo, Matías Acuña, en su columna para Minuto 90, profundiza en la figura trascendental de David Arellano, el hombre cuyo espíritu y visión son el verdadero corazón y alma del Cacique.

Acuña destaca que la esencia de Colo Colo no reside únicamente en sus títulos o en su estadio, sino en su origen, personificado en David Arellano. Este profesor normalista y exjugador de Magallanes, con el que incluso fue campeón en 1920 y 1921, poseía una visión que iba más allá del amateurismo reinante en el fútbol chileno de la época. Impulsado por el bajo rendimiento de la selección nacional, Arellano emprendió viajes por Sudamérica para estudiar metodologías de entrenamiento y comprender cómo se jugaba al fútbol en otros países. A su regreso, sus innovadoras ideas no encontraron eco, lo que, sumado a sus críticas al "amateurismo" del balompié local, desencadenó el histórico acto de rebeldía: su renuncia a Magallanes.

El anhelo de Arellano era claro: fundar un club que fuera genuinamente nacional y popular, en un tiempo donde abundaban equipos con nombres en inglés. Así nació Colo Colo, que, demostrando su potencial desde el inicio, se coronó campeón en su primer año de existencia. Pero la ambición de su fundador no se detuvo ahí; organizó giras para que todo el país conociera al nuevo equipo y, posteriormente, llevó al "Cacique" a Europa, buscando dar a conocer a los albos en todo el mundo y cimentando su estatus como el equipo más popular de Chile.

La historia, sin embargo, tuvo un giro trágico. En 1927, durante una gira por España, David Arellano falleció a consecuencia de un golpe sufrido en un partido. No obstante, como subraya Acuña, su sueño ya había cobrado vida propia. La visión de Arellano de un equipo popular, que representara a Chile tanto dentro como fuera del país y que fuera un constante animador y ganador en el fútbol chileno, se consolidó y se transformó en el legado inmortal del fundador.

Matías Acuña concluye su columna invitando a la reflexión: ¿Qué opinas de la historia de David Arellano como símbolo de estos 100 años de Colo Colo? ¿Y qué otros ídolos deberían estar junto a él entre los más grandes de la historia del equipo albo? Te invitamos a dejar tus comentarios y sumarte a la comunidad de Minuto 90.

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Entre cracks se entienden: la admiración detrás del relato

En el fútbol, el talento reconoce al talento. Es una ley no escrita, pero inquebrantable. Lo mismo ocurre con quienes lo relatan, lo sienten y lo traducen para millones de hinchas. Y pocas veces queda tan claro como cuando un relator consagrado confiesa su respeto por otro.

Eso fue lo que hizo recientemente Gustavo Huerta, una de las voces más queridas del relato deportivo chileno, al referirse a Juan Manuel Ramírez Kloss, histórico periodista y relator argentino. Con humildad y admiración, Huerta reveló que lo estudió, que grabó sus transmisiones, que escuchó cada inflexión de su voz para aprender.

“Grabé una transmisión, lo estudié. Me impresionó lo que hacía. Era elegante, era fino, con frases limpias. Lo escuchabas y no te agredía. Parecía un tipo bueno”, relató. Más allá del contenido, lo que transmite esta confesión es claro: entre cracks se entienden.

Huerta no necesitaba halagar a Kloss para validar su carrera. Pero lo hizo porque quienes aman el relato saben que ese arte tiene historia, tiene legado, tiene referentes. Y reconocer al otro, lejos de disminuir, enriquece.

En un medio competitivo, donde a veces prima el ego, este tipo de gestos reconcilian al fútbol con su raíz más noble: el respeto. El respeto por los que vinieron antes, por los que abrieron camino, por los que enseñaron sin querer.

Y es que en el relato, como en la cancha, el talento se reconoce sin necesidad de palabras. Pero cuando se expresan, valen doble.

Porque sí, entre cracks se entienden. Y entre quienes sienten el fútbol de verdad, también.

Diego Rivarola: el ídolo de Kaiser

Muchos crecen rodeados de ídolos. A veces son figuras internacionales, otras veces jugadores locales que, con una jugada, una actitud o una frase, se meten en el corazón de los hinchas. En el caso de Kaiser, el último visitante del Reino Fútbol, ese referente es alguien muy especial para los hinchas de Universidad de Chile: Diego Rivarola.

En la conversación con Cristián Arcos, el freestyler chileno relató cómo creció admirando a los jugadores azules. Pero no solo porque brillaban en la cancha, sino que también dejaban huella más allá: en el corazón y el subconciente  La conversación se vuelve profunda, honesta. No se trata solo de fútbol, sino de identidad, valores e inspiración. Para Kaiser, sus ídolos fueron parte esencial de su formación, no solo como artista, sino como persona.

En Chile, muchos niños han crecido queriendo ser como Alexis Sánchez o Claudio Bravo. Pero también están quienes admiran a los que pelean cada balón en la Primera B, al que juega sin reflectores pero con el alma, o al que se levanta cada fin de semana para defender los colores de su barrio. Porque ser ídolo no es solo cosa de fama: es cosa de verdad.

Lo más potente de este relato es su autenticidad. Kaiser no habla desde el marketing ni la nostalgia forzada. Habla desde la emoción genuina de quien aprendió a amar el fútbol viendo a sus referentes entregarse en la cancha.

Con miles de reproducciones, guardados y compartidos, este testimonio se ha convertido en uno de los más comentados de la semana en redes sociales. La comunidad futbolera se identifica, debate, recuerda. Porque todos tuvimos un ídolo. Ese jugador que nos hizo soñar con meter un gol en la final, con levantar la copa o simplemente con jugar a la pelota después del colegio.

¿Y tú? ¿Quién era tu ídolo cuando eras chico? Esa figura que te hacía creer que todo era posible. Porque al final, el fútbol es eso: una excusa para soñar en grande. Y los ídolos, esos que nunca se olvidan, son el primer paso del sueño.