Vidal: Ídolo y ¿también ejemplo?

Vidal: Ídolo y ¿también ejemplo?

En el más reciente capítulo de Reino Fútbol, el programa de Minuto 90 conducido por Cristián Arcos, se encendió un interesante debate sobre una de las figuras más emblemáticas y controvertidas del fútbol chileno: Arturo Vidal. El invitado, el comunicador Eduardo De la Iglesia, compartió su perspectiva sobre cómo separar al extraordinario jugador de sus polémicas fuera de la cancha.

De la Iglesia no dudó en expresar su "profunda admiración" por Arturo Vidal como futbolista, situándolo como "si no es el mejor, el segundo mejor de la historia de Chile". Sin embargo, también reconoció que ciertos aspectos de su comportamiento, como "el gesto del dedo, que se haga expulsar, que sea polémico, que le guste el Twitch", no son de su agrado. A pesar de esto, el comunicador fue enfático: "Yo no lo quiero a Arturo para ejemplo de mis hijos. El ejemplo de mis hijos soy yo".

El invitado profundizó en su postura, argumentando que su interés radica en el rendimiento deportivo de Vidal. "Yo no quiero un ciudadano modelo para que sea modelo de nadie. Yo quiero un gran jugador. Yo lo respeto como gran jugador de fútbol", afirmó, trazando un paralelo con la forma en que se puede diferenciar la obra del artista en casos como Maradona o Michael Jackson. "Para mí son su pega y la persona. Y yo, respecto al jugador de fútbol, no tengo nada más que agradecerle a Arturo Vidal", concluyó De la Iglesia.

Cristián Arcos, por su parte, coincidió con la visión de su invitado, recordando que el propio Maradona solía decir: "El problema es tuyo", cuando se le señalaba como ejemplo. Arcos añadió que la responsabilidad de ser un modelo recae en los padres: "El ejemplo de los niños soy yo. Yo soy el que no se tiene que desviar. Yo soy el que no tienen que pillar cometiendo locuras manejando".

🎙️ No te pierdas la conversación completa y el análisis detallado en el último episodio de Reino Fútbol. ¡Mira el capítulo completo en nuestro canal de YouTube de Minuto 90 y también disponible en las pantallas de Zapping Sports!

En el más reciente capítulo de Reino Fútbol, el programa de Minuto 90 conducido por Cristián Arcos, se encendió un interesante debate sobre una de las figuras más emblemáticas y controvertidas del fútbol chileno: Arturo Vidal. El invitado, el comunicador Eduardo De la Iglesia, compartió su perspectiva sobre cómo separar al extraordinario jugador de sus polémicas fuera de la cancha.

De la Iglesia no dudó en expresar su "profunda admiración" por Arturo Vidal como futbolista, situándolo como "si no es el mejor, el segundo mejor de la historia de Chile". Sin embargo, también reconoció que ciertos aspectos de su comportamiento, como "el gesto del dedo, que se haga expulsar, que sea polémico, que le guste el Twitch", no son de su agrado. A pesar de esto, el comunicador fue enfático: "Yo no lo quiero a Arturo para ejemplo de mis hijos. El ejemplo de mis hijos soy yo".

El invitado profundizó en su postura, argumentando que su interés radica en el rendimiento deportivo de Vidal. "Yo no quiero un ciudadano modelo para que sea modelo de nadie. Yo quiero un gran jugador. Yo lo respeto como gran jugador de fútbol", afirmó, trazando un paralelo con la forma en que se puede diferenciar la obra del artista en casos como Maradona o Michael Jackson. "Para mí son su pega y la persona. Y yo, respecto al jugador de fútbol, no tengo nada más que agradecerle a Arturo Vidal", concluyó De la Iglesia.

Cristián Arcos, por su parte, coincidió con la visión de su invitado, recordando que el propio Maradona solía decir: "El problema es tuyo", cuando se le señalaba como ejemplo. Arcos añadió que la responsabilidad de ser un modelo recae en los padres: "El ejemplo de los niños soy yo. Yo soy el que no se tiene que desviar. Yo soy el que no tienen que pillar cometiendo locuras manejando".

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Jorge Sampaoli: entre el odio y la gloria

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Por Pelotazo

Pocos entrenadores en la historia del fútbol chileno han dejado una huella tan profunda —y a la vez tan dividida— como Jorge Luis Sampaoli. Su nombre está marcado a fuego en la memoria colectiva nacional. Para algunos, es el artífice del título más importante en la historia de la Roja. Para otros, un símbolo de traición, conflicto y egos desbordados.

La paradoja es brutal. Sampaoli llevó a Chile a ganar la Copa América 2015, rompiendo una sequía de títulos que parecía eterna. Su estilo de juego vertiginoso, intenso y ofensivo enamoró al continente. La Roja era admirada, temida, respetada. La generación dorada encontró en él un conductor ideal… al menos por un tiempo.

Pero tras el triunfo vino la fractura. Declaraciones polémicas, conflictos con jugadores, disputas internas con dirigentes. Su salida, lejos de ser limpia, dejó heridas. Y desde entonces, su figura quedó atrapada en el limbo: ídolo para unos, villano para otros.

¿Por qué un técnico que tocó la gloria despierta tanto rechazo? Tal vez porque Sampaoli representa una forma de liderazgo intensa, poco diplomática, áspera. Exigente al extremo, obsesivo, desafiante. No busca caer bien. Busca ganar. Y en esa búsqueda, no todos logran resistir.

Chile no volvió a ser el mismo tras su salida. Y Sampaoli tampoco. Su carrera internacional siguió, pero con resultados dispares. Lo cierto es que nadie quedó indiferente. Porque su paso por la Roja no fue solo un ciclo exitoso: fue un punto de quiebre.

A casi una década del título continental, el debate sigue abierto. ¿Debe ser recordado como el mejor técnico de nuestra historia? ¿O su legado se ve manchado por su forma de marcharse?

En un país donde el fútbol es emoción, es identidad, es memoria, estas preguntas no son menores. Porque el juicio sobre Sampaoli, más allá de las estadísticas, habla también de lo que esperamos —y toleramos— de quienes nos llevan a la cima.

Y como toda figura divisoria, su historia no termina. Se discute. Se reinterpreta. Se vive.

Frustración total: Chile y un fracaso que va más allá de los resultados

Los números no mienten. La Selección Chilena vive uno de sus peores momentos en la historia reciente. Pero reducir el presente de la Roja a estadísticas sería quedarse corto. Porque lo que se ve en la cancha —o más bien, lo que no se ve— refleja una crisis más profunda, más estructural.

Chile está fuera de todo. Sin fútbol, sin identidad, sin respuestas. Y aunque muchos han apuntado sus dardos hacia Ricardo Gareca, lo cierto es que el problema no parte ni termina con él. El “Tigre” asumió con valentía un fierro caliente, pero la herida viene de antes. Años de malas decisiones, de falta de planificación, de ausencia de recambio real.

El equipo luce desorientado. Sin ideas, sin ritmo, sin alma. Las transiciones no existen. La defensa sufre en cada pelota cruzada. El mediocampo no encuentra conducción. Y arriba, la sensación es que todo cuesta el triple.

Pero más grave que el bajo nivel futbolístico es la desconexión emocional. La Roja ya no genera ilusión. El hincha, acostumbrado a sufrir pero también a soñar, hoy solo siente resignación. La llama que encendió a un país entero durante la generación dorada parece completamente apagada.

Los rivales ya no respetan. Ya no hay temor de enfrentar a Chile. Se acabó el miedo escénico. Y eso, más que una derrota puntual, es un síntoma alarmante.

Revertir este escenario no será tarea de un solo técnico. Será necesario un proyecto serio, una reestructuración profunda y el coraje de tomar decisiones impopulares. Porque el fracaso actual no se mide solo en puntos. Se mide en la sensación de vacío que deja cada partido.

Y cuando el fútbol ya no emociona, ya no une, ya no representa... es porque algo mucho más grave está ocurriendo.