Palma: "Mariano Closs es el mejor"

Palma: "Mariano Closs es el mejor"

Entre cracks se entienden. El reconocido relator chileno, Claudio Palma, fue el invitado estelar en el programa Reino Fútbol, conducido por Cristián Arcos. En una distendida conversación, Palma no tuvo reparos en señalar al argentino Mariano Closs como su máximo referente en el arte de narrar fútbol.

Consultado sobre sus influencias, Palma fue categórico: “A mí Closs es el mejor”, afirmó, incluso recordando el vibrante estilo del argentino al narrar una jugada: “Se viene arriba... viene Orión, se le escapa Pezzella, ¡gol, goool!”. El "Negro" Palma detalló cómo analizó el trabajo del trasandino: “Estudié a Closs, grabé una transmisión, lo estudié de la A a la Z y concluí que el sonsonete te marca una diferencia tremenda”. Además, reconoció la particularidad del estilo argentino: “Yo sé que acá es difícil lo que se estila en Argentina”.

Palma también profundizó en la diferencia entre el rol del relator y el del comentarista. “Latorre, Closs, Espina con Simón son muy buenos, pero a mí me gusta el relator. Relator”, explicó. Sobre la dinámica en una transmisión, señaló: “Si estamos trabajando los dos [relator y comentarista], yo voy a condicionar ineludiblemente algún comentario. Digo, ‘para mí fue penal’, entonces se provoca algo disonante. (...) Tú [el comentarista] estás para analizar, estás más fresco. Yo estoy con la cabeza a mil por hora, compadre, para no equivocarme”.

Finalmente, Palma destacó la esencia del buen narrador, refiriéndose a figuras analíticas pero reafirmando su preferencia: “Simón entra, es muy capo, gran periodista, gran panelista, pero a mí me gustan los relatores. Closs relata”, sentenció. “O sea, los conectores son los mismos: se acomoda, recibe, recepciona… y eso es el estilo”, concluyó el comunicador chileno.

Revive la conversación completa con Claudio Palma en Reino Fútbol, disponible en nuestro canal de YouTube. Y para ti, ¿quién es el mejor relator del continente?

Entre cracks se entienden. El reconocido relator chileno, Claudio Palma, fue el invitado estelar en el programa Reino Fútbol, conducido por Cristián Arcos. En una distendida conversación, Palma no tuvo reparos en señalar al argentino Mariano Closs como su máximo referente en el arte de narrar fútbol.

Consultado sobre sus influencias, Palma fue categórico: “A mí Closs es el mejor”, afirmó, incluso recordando el vibrante estilo del argentino al narrar una jugada: “Se viene arriba... viene Orión, se le escapa Pezzella, ¡gol, goool!”. El "Negro" Palma detalló cómo analizó el trabajo del trasandino: “Estudié a Closs, grabé una transmisión, lo estudié de la A a la Z y concluí que el sonsonete te marca una diferencia tremenda”. Además, reconoció la particularidad del estilo argentino: “Yo sé que acá es difícil lo que se estila en Argentina”.

Palma también profundizó en la diferencia entre el rol del relator y el del comentarista. “Latorre, Closs, Espina con Simón son muy buenos, pero a mí me gusta el relator. Relator”, explicó. Sobre la dinámica en una transmisión, señaló: “Si estamos trabajando los dos [relator y comentarista], yo voy a condicionar ineludiblemente algún comentario. Digo, ‘para mí fue penal’, entonces se provoca algo disonante. (...) Tú [el comentarista] estás para analizar, estás más fresco. Yo estoy con la cabeza a mil por hora, compadre, para no equivocarme”.

Finalmente, Palma destacó la esencia del buen narrador, refiriéndose a figuras analíticas pero reafirmando su preferencia: “Simón entra, es muy capo, gran periodista, gran panelista, pero a mí me gustan los relatores. Closs relata”, sentenció. “O sea, los conectores son los mismos: se acomoda, recibe, recepciona… y eso es el estilo”, concluyó el comunicador chileno.

Revive la conversación completa con Claudio Palma en Reino Fútbol, disponible en nuestro canal de YouTube. Y para ti, ¿quién es el mejor relator del continente?

Recomendado

Bilardo: la mente maestra que cambió la historia del fútbol argentino

Carlos Salvador Bilardo no fue simplemente un entrenador. Fue una mente brillante, un estratega que entendió el fútbol como pocos y que marcó a fuego a generaciones de jugadores y entrenadores. Su legado trasciende títulos: vive en la forma de jugar, de pensar y de sentir este deporte.

En 1986, llevó a la selección argentina a lo más alto del planeta. Su sociedad con Diego Maradona es una de las más legendarias del fútbol mundial. Pero más allá del campeonato, lo que dejó fue una manera de entender el juego: obsesiva, táctica, inteligente. Con Bilardo, nada quedaba al azar. Cada detalle contaba, cada movimiento tenía un porqué.

Sus métodos fueron cuestionados por muchos y celebrados por otros tantos. No era un técnico convencional. Podía hablar de alineaciones en una boda o cambiar un esquema en plena madrugada. Vivía para el fútbol, y el fútbol vivía en él. Desde el Estudiantes campeón de América en los años 60 hasta su obra maestra en México 86, su sello fue inconfundible.

Lo llamaban “el Doctor”, no solo por su título en medicina, sino por la precisión quirúrgica con la que diseccionaba los partidos. Cada jugada tenía detrás horas de estudio, cada resultado era producto de un plan meticulosamente ejecutado.

En tiempos donde el espectáculo muchas veces se impone a la táctica, recordar a Bilardo es volver a las raíces de un fútbol pensado, estudiado y apasionado. Su influencia sigue presente en nombres como Diego Simeone, Néstor Pekerman y tantos otros que bebieron de su sabiduría.

Carlos Salvador Bilardo no solo ganó una Copa del Mundo. Ganó el respeto eterno de quienes entienden que, en el fútbol, la cabeza es tan importante como los pies.

El legado de Sócrates: cuando el fútbol también fue revolución

No todos los ídolos se construyen a partir de títulos. Algunos lo hacen desde la conciencia, desde la valentía, desde la historia. Sócrates, el “Doctor”, fue uno de esos. Un jugador que no solo fue símbolo de talento dentro de la cancha, sino también de resistencia fuera de ella.

En plena dictadura militar en Brasil, mientras el país vivía tiempos oscuros, Sócrates lideró un movimiento inédito en el fútbol profesional: la Democracia Corinthiana. En un mundo donde el jugador solía ser objeto de decisiones ajenas, el “Doctor” y sus compañeros impulsaron una forma de autogobierno al interior del club Corinthians. Cada voto valía lo mismo: desde la estrella del equipo hasta el utilero. Entrenar o no entrenar, concentrar o no concentrar, fichajes, decisiones estratégicas: todo se decidía democráticamente.

Pero lo que comenzó como una forma interna de organización, pronto se convirtió en una bandera. Sócrates utilizó su voz, su prestigio y su inteligencia para enviar un mensaje: el fútbol también puede ser una plataforma de cambio. En un país censurado, el Corinthians se convirtió en símbolo de libertad.

Las camisetas negras llevaban inscritas frases como “Democracia” y los jugadores alzaban sus puños en alto antes de cada partido. En las tribunas, miles de brasileños encontraron un espacio para expresar lo que no podían decir en las calles. Y Sócrates era el rostro de esa revolución.

Podría haberse ido a Europa, pero se quedó. Porque entendía que su lugar estaba ahí, donde el fútbol podía servir para algo más que ganar partidos. Y aunque nunca levantó una Copa del Mundo, su legado es aún más profundo.

Hoy, cuando se habla de activismo en el deporte, cuando los jugadores se manifiestan por justicia, por equidad, por dignidad, hay que mirar hacia atrás. Y ahí estará Sócrates, con su cabeza levantada, con su brazalete al brazo, recordándonos que un gol puede valer mucho, pero una idea clara puede cambiarlo todo.

El legado de Sócrates no se mide en trofeos. Se mide en conciencia. Y sigue más vivo que nunca.