Mundial de Clubes: ¿Show o buen fútbol?

Mundial de Clubes: ¿Show o buen fútbol?

El nuevo formato del Mundial de Clubes con 32 equipos ya está en marcha en Estados Unidos y ha desatado un intenso debate entre los fanáticos del fútbol. ¿Es un avance que trae espectaculares cruces o un exceso de "show" que se aleja de la esencia del deporte? Esta discusión fue el tema central en el más reciente capítulo del programa Camarín 90.

En el panel, las opiniones estuvieron divididas. Por un lado, surgieron las críticas de los más puristas, quienes consideran que "el hincha del fútbol es mañoso y por eso no le gustan los cambios". Para este sector, elementos como la presentación de jugadores uno a uno, los cinco cambios o los largos entretiempos de media hora "no le hacen bien a los tipos que juegan a la pelota", desnaturalizando la competencia.

Sin embargo, otra postura defiende la nueva cara del torneo. Se reconoce que existe un entusiasmo, especialmente en las generaciones más jóvenes, por los "cruces futbolísticos medio improbables" que no se verían en ninguna otra instancia. El partido entre Boca Juniors y Benfica fue puesto como ejemplo de un "buen partido de fútbol" con gran asistencia, demostrando el atractivo de medir la fuerza del fútbol sudamericano contra el europeo.

A pesar de estos duelos soñados, también se señaló la enorme diferencia de nivel que puede existir, como en el partido entre Bayern Múnich y Auckland City, que fue calificado como un espectáculo poco competitivo y aburrido. El debate sobre si la balanza se inclina más hacia el show o hacia la calidad futbolística sigue abierto.

Para revivir el análisis completo, el nuevo capítulo de Camarín 90 ya está disponible en nuestro canal de YouTube y también en las pantallas de Zapping Sports.

El nuevo formato del Mundial de Clubes con 32 equipos ya está en marcha en Estados Unidos y ha desatado un intenso debate entre los fanáticos del fútbol. ¿Es un avance que trae espectaculares cruces o un exceso de "show" que se aleja de la esencia del deporte? Esta discusión fue el tema central en el más reciente capítulo del programa Camarín 90.

En el panel, las opiniones estuvieron divididas. Por un lado, surgieron las críticas de los más puristas, quienes consideran que "el hincha del fútbol es mañoso y por eso no le gustan los cambios". Para este sector, elementos como la presentación de jugadores uno a uno, los cinco cambios o los largos entretiempos de media hora "no le hacen bien a los tipos que juegan a la pelota", desnaturalizando la competencia.

Sin embargo, otra postura defiende la nueva cara del torneo. Se reconoce que existe un entusiasmo, especialmente en las generaciones más jóvenes, por los "cruces futbolísticos medio improbables" que no se verían en ninguna otra instancia. El partido entre Boca Juniors y Benfica fue puesto como ejemplo de un "buen partido de fútbol" con gran asistencia, demostrando el atractivo de medir la fuerza del fútbol sudamericano contra el europeo.

A pesar de estos duelos soñados, también se señaló la enorme diferencia de nivel que puede existir, como en el partido entre Bayern Múnich y Auckland City, que fue calificado como un espectáculo poco competitivo y aburrido. El debate sobre si la balanza se inclina más hacia el show o hacia la calidad futbolística sigue abierto.

Para revivir el análisis completo, el nuevo capítulo de Camarín 90 ya está disponible en nuestro canal de YouTube y también en las pantallas de Zapping Sports.

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El fútbol no es solo un deporte. No es solo goles, camisetas y puntos. Es, como bien lo señaló Jean Beausejour en Reino Fútbol, un movimiento social en sí mismo. Y esa idea cobra fuerza cada vez que una pelota rueda en cualquier rincón del mundo.

En estadios gigantes o en canchas de tierra, el fútbol une. Cruza clases sociales, culturas, religiones e ideologías. El que cree que solo se trata de 22 personas corriendo detrás de un balón, no ha entendido su verdadera magnitud.

El fútbol es identidad. Es cultura popular. Es herencia. Pero también es protesta, espacio de resistencia, herramienta política, canal de expresión. Desde las pancartas en las galerías hasta los cánticos que exigen justicia, desde la visibilidad que le dio el deporte a causas como la igualdad de género, hasta las campañas por la paz, el fútbol ha sido un escenario más para hablar de lo que duele y lo que se sueña.

En América Latina, en particular, esta realidad es aún más intensa. Aquí el fútbol ha servido para denunciar desigualdades, unir pueblos divididos, encender procesos sociales. Los ídolos no solo representan clubes: representan barrios, esperanzas, frustraciones y sueños colectivos.

Y, al mismo tiempo, el fútbol ha sido también un espejo de lo peor: corrupción, racismo, discriminación. Pero su alcance lo vuelve poderoso: lo que se muestra en una cancha lo ve el mundo. Y eso obliga a responsabilizarse del mensaje que se entrega.

Por eso, cuando decimos que el fútbol es un movimiento social, no exageramos. Lo vivimos cada día. En cada gol, en cada hinchada, en cada historia.

El desafío ahora es entender ese poder. Y usarlo. Para construir, para incluir, para unir. Porque si el fútbol tiene esa capacidad de emocionarnos y conectarnos, también tiene la capacidad de transformarnos.

Más que un deporte, el fútbol puede —y debe— ser una fuerza de cambio.