Marcelino Núñez celebra 25: ¿Opción para La Roja?

Marcelino Núñez celebra 25: ¿Opción para La Roja?

El talentoso volante chileno, Marcelino Núñez, está de fiesta. El actual jugador del Norwich City de Inglaterra celebra hoy sus 25 años, una edad en la que muchos futbolistas comienzan a alcanzar la plenitud de su rendimiento, o como bien se dice, su prime.

A través de un video compartido por su propio club, se pudo apreciar la calidad intacta de Núñez durante una sesión de entrenamiento. En las imágenes, el mediocampista formado en Universidad Católica demuestra su habilidad con el balón en los pies, donde se le ve ágil y con la pelota pegada al pie, siendo una tarea imposible para sus compañeros el quitársela.

Este buen momento del chileno en el fútbol europeo inevitablemente reabre el debate entre los aficionados: con su presente en el Norwich y su constante evolución, ¿debería Marcelino Núñez ser una pieza fundamental y titular en el esquema de la Roja? Su desempeño en Inglaterra sin duda ilusiona.

El talentoso volante chileno, Marcelino Núñez, está de fiesta. El actual jugador del Norwich City de Inglaterra celebra hoy sus 25 años, una edad en la que muchos futbolistas comienzan a alcanzar la plenitud de su rendimiento, o como bien se dice, su prime.

A través de un video compartido por su propio club, se pudo apreciar la calidad intacta de Núñez durante una sesión de entrenamiento. En las imágenes, el mediocampista formado en Universidad Católica demuestra su habilidad con el balón en los pies, donde se le ve ágil y con la pelota pegada al pie, siendo una tarea imposible para sus compañeros el quitársela.

Este buen momento del chileno en el fútbol europeo inevitablemente reabre el debate entre los aficionados: con su presente en el Norwich y su constante evolución, ¿debería Marcelino Núñez ser una pieza fundamental y titular en el esquema de la Roja? Su desempeño en Inglaterra sin duda ilusiona.

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¿Colo Colo llega mal… o llega bien? El dilema que marca su estreno copero

Colo Colo vuelve a la Copa Libertadores con más preguntas que certezas. No es novedad que el Cacique enfrente momentos de turbulencia justo antes de un debut internacional, pero esta vez el escenario parece más complejo: juego irregular, dudas tácticas y una hinchada que empieza a impacientarse.

La pregunta se instala con fuerza: ¿llega mal… o llega bien?

Depende de dónde se mire. Desde el análisis inmediato, el equipo de Jorge Almirón arrastra problemas de funcionamiento, bajo rendimiento en piezas clave y resultados dispares en el torneo local. A eso se suma la presión interna: el hincha albo no espera participaciones decorativas en el torneo continental. Quiere competir. Quiere avanzar.

Pero también hay otro factor: la camiseta pesa. La historia juega. Y eso es algo que Colo Colo conoce como pocos. Porque hay noches donde el presente importa menos que la memoria colectiva. Donde basta una jugada, una victoria, un estadio encendido para cambiar la narrativa.

El equipo chileno, pese a sus dudas, llega con un plantel que mezcla experiencia copera y juventud con hambre. Jugadores que han vivido estas instancias y saben lo que significa representar al único club nacional que ha levantado la Libertadores.

El margen es estrecho. Una buena actuación puede levantar el proyecto; una caída podría acelerar los cuestionamientos. Pero el fútbol tiene esas paradojas: a veces, los equipos más cuestionados son los que terminan sorprendiendo.

¿Llega mal? Puede ser. ¿Llega listo para competir? Esa es la verdadera incógnita. Porque en la Libertadores, no gana siempre el que está mejor. Gana el que resiste. El que impone respeto. El que recuerda quién es.

Y Colo Colo, aunque no lo parezca, nunca deja de ser Colo Colo.

La Copa es otra cosa: pasión, mística y presión máxima

La Copa es otra cosa. Esa fue la frase más repetida en los comentarios tras el arranque de una nueva edición del certamen más importante a nivel de clubes del continente. No es solo un torneo más. Es una competencia donde cada segundo cuenta, donde la presión es distinta y donde el fútbol se vive con una intensidad inigualable.

Así lo reconocieron los propios protagonistas, quienes coinciden en que disputar la Copa Libertadores no se parece a nada. “Se juega con otra mística, con otra garra, con otra pasión”, decían algunos. Y es que en esta competencia no basta con talento. Se necesita carácter, convicción, temple para resistir y audacia para ir a buscar.

Los errores se pagan más caro. Los triunfos se celebran con más alma. Cada partido es una final. Y eso se refleja en la cancha y en la tribuna. La Copa es un escenario donde nacen ídolos y también donde se derrumban certezas.

Chile, que sabe de gloria reciente en esta competencia, enfrenta un nuevo desafío con una generación en plena transición. El recuerdo de las Copas ganadas en 2015 y 2016 sigue vivo, pero el presente exige nuevos nombres, nuevas historias.

Y ahí está el punto clave: en la Copa no hay margen. La exigencia es máxima. Pero también lo es la oportunidad. Cada jugador que entra sabe que puede dejar huella, que puede ganarse un lugar en la memoria colectiva.

Porque sí, la Copa es otra cosa. Y quien no lo entienda, no dura mucho.

Y para quienes la siguen desde afuera, también es especial. Cada gol, cada polémica, cada momento tenso se vive con el corazón en la mano. Porque cuando el fútbol se juega con esta intensidad, se transforma en algo más que un deporte: se transforma en identidad.