Violencia en el fútbol: el torneo está en riesgo

Violencia en el fútbol: el torneo está en riesgo

En su más reciente columna para Minuto 90, Cristián Arcos aborda la creciente preocupación del Gobierno por la violencia en los estadios chilenos y la advertencia directa del Ministro de Seguridad, Luis Cordero, hacia los clubes.

Arcos destaca las palabras de Cordero, quien calificó a las barras bravas involucradas en incidentes, como los ocurridos en el Estadio Monumental, como “organizaciones criminales”. Sin embargo, el columnista subraya que este mensaje no solo apunta a los barristas, sino fundamentalmente a los clubes. Según Arcos, la nueva ley que se implementará contemplará una investigación y seguimiento no solo a quienes cometen los delitos, sino también a sus financistas, un área donde los clubes tendrían mucho que decir.

El periodista advierte que los clubes, especialmente los de mayor convocatoria, tienen identificados a los individuos y las circunstancias de los incidentes, pero no han tomado las medidas adecuadas. Con la nueva ley de espectáculos masivos, se elevarán las exigencias. “Si los clubes no cumplen, la autoridad no va a tener problemas en suspender una serie de partidos e incluso están dispuestos a paralizar el campeonato nacional si es necesario”, señala Arcos, enfatizando la gravedad de la situación y la necesidad de que los clubes implementen nuevas y efectivas normas de seguridad, cuestionando si han dimensionado el problema.

Finalmente, Arcos reitera que el problema trasciende a las barras bravas, apuntando al crimen organizado. ¿Qué te parece esta nueva forma de abordar la violencia en los estadios? Deja tus comentarios y únete a la comunidad de Minuto 90.

En su más reciente columna para Minuto 90, Cristián Arcos aborda la creciente preocupación del Gobierno por la violencia en los estadios chilenos y la advertencia directa del Ministro de Seguridad, Luis Cordero, hacia los clubes.

Arcos destaca las palabras de Cordero, quien calificó a las barras bravas involucradas en incidentes, como los ocurridos en el Estadio Monumental, como “organizaciones criminales”. Sin embargo, el columnista subraya que este mensaje no solo apunta a los barristas, sino fundamentalmente a los clubes. Según Arcos, la nueva ley que se implementará contemplará una investigación y seguimiento no solo a quienes cometen los delitos, sino también a sus financistas, un área donde los clubes tendrían mucho que decir.

El periodista advierte que los clubes, especialmente los de mayor convocatoria, tienen identificados a los individuos y las circunstancias de los incidentes, pero no han tomado las medidas adecuadas. Con la nueva ley de espectáculos masivos, se elevarán las exigencias. “Si los clubes no cumplen, la autoridad no va a tener problemas en suspender una serie de partidos e incluso están dispuestos a paralizar el campeonato nacional si es necesario”, señala Arcos, enfatizando la gravedad de la situación y la necesidad de que los clubes implementen nuevas y efectivas normas de seguridad, cuestionando si han dimensionado el problema.

Finalmente, Arcos reitera que el problema trasciende a las barras bravas, apuntando al crimen organizado. ¿Qué te parece esta nueva forma de abordar la violencia en los estadios? Deja tus comentarios y únete a la comunidad de Minuto 90.

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El fútbol no es solo un deporte. No es solo goles, camisetas y puntos. Es, como bien lo señaló Jean Beausejour en Reino Fútbol, un movimiento social en sí mismo. Y esa idea cobra fuerza cada vez que una pelota rueda en cualquier rincón del mundo.

En estadios gigantes o en canchas de tierra, el fútbol une. Cruza clases sociales, culturas, religiones e ideologías. El que cree que solo se trata de 22 personas corriendo detrás de un balón, no ha entendido su verdadera magnitud.

El fútbol es identidad. Es cultura popular. Es herencia. Pero también es protesta, espacio de resistencia, herramienta política, canal de expresión. Desde las pancartas en las galerías hasta los cánticos que exigen justicia, desde la visibilidad que le dio el deporte a causas como la igualdad de género, hasta las campañas por la paz, el fútbol ha sido un escenario más para hablar de lo que duele y lo que se sueña.

En América Latina, en particular, esta realidad es aún más intensa. Aquí el fútbol ha servido para denunciar desigualdades, unir pueblos divididos, encender procesos sociales. Los ídolos no solo representan clubes: representan barrios, esperanzas, frustraciones y sueños colectivos.

Y, al mismo tiempo, el fútbol ha sido también un espejo de lo peor: corrupción, racismo, discriminación. Pero su alcance lo vuelve poderoso: lo que se muestra en una cancha lo ve el mundo. Y eso obliga a responsabilizarse del mensaje que se entrega.

Por eso, cuando decimos que el fútbol es un movimiento social, no exageramos. Lo vivimos cada día. En cada gol, en cada hinchada, en cada historia.

El desafío ahora es entender ese poder. Y usarlo. Para construir, para incluir, para unir. Porque si el fútbol tiene esa capacidad de emocionarnos y conectarnos, también tiene la capacidad de transformarnos.

Más que un deporte, el fútbol puede —y debe— ser una fuerza de cambio.