Arcos: ¿Técnico chileno para la Roja?

Arcos: ¿Técnico chileno para la Roja?

En su columna para Minuto 90, Cristián Arcos aborda un tema candente en el fútbol nacional: el perfil ideal para el próximo director técnico de la Selección Chilena. El comunicador plantea la interrogante sobre si es momento de volver a confiar en un estratega nacional o, al menos, en uno con profundo conocimiento del medio local, basándose en la historia de la Roja.

Arcos sostiene que “es el momento de un técnico chileno en la selección, o al menos un técnico que conozca el paño. Un técnico que sea criado futbolísticamente en el medio nacional”. Argumenta que la historia demuestra que, en general, a quienes provienen de este entorno o han tenido un recorrido significativo en el fútbol chileno, les ha ido mejor. Como ejemplos, menciona a figuras como Fernando Riera, el "Zorro" Álamos (gestor del Ballet Azul y del Colo Colo '73), Luis Santibáñez (campeón con San Felipe y Unión Española, y finalista de Copa Libertadores con los hispanos), Nelson Acosta (con un largo recorrido en equipos chilenos antes de tomar la selección), Jorge Sampaoli (con exitosos pasos por O'Higgins y Universidad de Chile) y Juan Antonio Pizzi (campeón con Universidad Católica y de la Copa América Centenario).

En contraste, Arcos señala que técnicos como Reinaldo Rueda o Ricardo Gareca no contaban con un conocimiento profundo previo del fútbol chileno. La gran excepción a esta tendencia, según el columnista, es Marcelo Bielsa, a quien describe como “excepcional”.

La discusión queda abierta y Arcos invita a la audiencia a participar: “¿Cómo debería ser el perfil del futuro técnico de la selección? ¿Tendría que ser de acá? ¿Tendría que ser extranjero y que venga desde afuera con un método revolucionario? Déjanos tus comentarios y únete a la comunidad de Minuto 90”.

En su columna para Minuto 90, Cristián Arcos aborda un tema candente en el fútbol nacional: el perfil ideal para el próximo director técnico de la Selección Chilena. El comunicador plantea la interrogante sobre si es momento de volver a confiar en un estratega nacional o, al menos, en uno con profundo conocimiento del medio local, basándose en la historia de la Roja.

Arcos sostiene que “es el momento de un técnico chileno en la selección, o al menos un técnico que conozca el paño. Un técnico que sea criado futbolísticamente en el medio nacional”. Argumenta que la historia demuestra que, en general, a quienes provienen de este entorno o han tenido un recorrido significativo en el fútbol chileno, les ha ido mejor. Como ejemplos, menciona a figuras como Fernando Riera, el "Zorro" Álamos (gestor del Ballet Azul y del Colo Colo '73), Luis Santibáñez (campeón con San Felipe y Unión Española, y finalista de Copa Libertadores con los hispanos), Nelson Acosta (con un largo recorrido en equipos chilenos antes de tomar la selección), Jorge Sampaoli (con exitosos pasos por O'Higgins y Universidad de Chile) y Juan Antonio Pizzi (campeón con Universidad Católica y de la Copa América Centenario).

En contraste, Arcos señala que técnicos como Reinaldo Rueda o Ricardo Gareca no contaban con un conocimiento profundo previo del fútbol chileno. La gran excepción a esta tendencia, según el columnista, es Marcelo Bielsa, a quien describe como “excepcional”.

La discusión queda abierta y Arcos invita a la audiencia a participar: “¿Cómo debería ser el perfil del futuro técnico de la selección? ¿Tendría que ser de acá? ¿Tendría que ser extranjero y que venga desde afuera con un método revolucionario? Déjanos tus comentarios y únete a la comunidad de Minuto 90”.

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Jorge Sampaoli: entre el odio y la gloria

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Por Pelotazo

Pocos entrenadores en la historia del fútbol chileno han dejado una huella tan profunda —y a la vez tan dividida— como Jorge Luis Sampaoli. Su nombre está marcado a fuego en la memoria colectiva nacional. Para algunos, es el artífice del título más importante en la historia de la Roja. Para otros, un símbolo de traición, conflicto y egos desbordados.

La paradoja es brutal. Sampaoli llevó a Chile a ganar la Copa América 2015, rompiendo una sequía de títulos que parecía eterna. Su estilo de juego vertiginoso, intenso y ofensivo enamoró al continente. La Roja era admirada, temida, respetada. La generación dorada encontró en él un conductor ideal… al menos por un tiempo.

Pero tras el triunfo vino la fractura. Declaraciones polémicas, conflictos con jugadores, disputas internas con dirigentes. Su salida, lejos de ser limpia, dejó heridas. Y desde entonces, su figura quedó atrapada en el limbo: ídolo para unos, villano para otros.

¿Por qué un técnico que tocó la gloria despierta tanto rechazo? Tal vez porque Sampaoli representa una forma de liderazgo intensa, poco diplomática, áspera. Exigente al extremo, obsesivo, desafiante. No busca caer bien. Busca ganar. Y en esa búsqueda, no todos logran resistir.

Chile no volvió a ser el mismo tras su salida. Y Sampaoli tampoco. Su carrera internacional siguió, pero con resultados dispares. Lo cierto es que nadie quedó indiferente. Porque su paso por la Roja no fue solo un ciclo exitoso: fue un punto de quiebre.

A casi una década del título continental, el debate sigue abierto. ¿Debe ser recordado como el mejor técnico de nuestra historia? ¿O su legado se ve manchado por su forma de marcharse?

En un país donde el fútbol es emoción, es identidad, es memoria, estas preguntas no son menores. Porque el juicio sobre Sampaoli, más allá de las estadísticas, habla también de lo que esperamos —y toleramos— de quienes nos llevan a la cima.

Y como toda figura divisoria, su historia no termina. Se discute. Se reinterpreta. Se vive.

Frustración total: Chile y un fracaso que va más allá de los resultados

Los números no mienten. La Selección Chilena vive uno de sus peores momentos en la historia reciente. Pero reducir el presente de la Roja a estadísticas sería quedarse corto. Porque lo que se ve en la cancha —o más bien, lo que no se ve— refleja una crisis más profunda, más estructural.

Chile está fuera de todo. Sin fútbol, sin identidad, sin respuestas. Y aunque muchos han apuntado sus dardos hacia Ricardo Gareca, lo cierto es que el problema no parte ni termina con él. El “Tigre” asumió con valentía un fierro caliente, pero la herida viene de antes. Años de malas decisiones, de falta de planificación, de ausencia de recambio real.

El equipo luce desorientado. Sin ideas, sin ritmo, sin alma. Las transiciones no existen. La defensa sufre en cada pelota cruzada. El mediocampo no encuentra conducción. Y arriba, la sensación es que todo cuesta el triple.

Pero más grave que el bajo nivel futbolístico es la desconexión emocional. La Roja ya no genera ilusión. El hincha, acostumbrado a sufrir pero también a soñar, hoy solo siente resignación. La llama que encendió a un país entero durante la generación dorada parece completamente apagada.

Los rivales ya no respetan. Ya no hay temor de enfrentar a Chile. Se acabó el miedo escénico. Y eso, más que una derrota puntual, es un síntoma alarmante.

Revertir este escenario no será tarea de un solo técnico. Será necesario un proyecto serio, una reestructuración profunda y el coraje de tomar decisiones impopulares. Porque el fracaso actual no se mide solo en puntos. Se mide en la sensación de vacío que deja cada partido.

Y cuando el fútbol ya no emociona, ya no une, ya no representa... es porque algo mucho más grave está ocurriendo.