Arcos: Paremos las mentiras sobre Jadue y la Copa 2015

Arcos: Paremos las mentiras sobre Jadue y la Copa 2015

A pocas semanas de que se cumplan 10 años del histórico título de la Copa América 2015, ha resurgido con fuerza el debate sobre el rol de Sergio Jadue. En su columna para Minuto 90, Cristián Arcos aborda la narrativa que intenta posicionar al controvertido exdirigente como una pieza clave del éxito, una idea que desde Minuto 90 se rechaza enfáticamente: no todo es lícito para alcanzar la gloria.

Arcos es tajante al afirmar que "Chile fue campeón de América no por Sergio Jadue, fue campeón pese a Sergio Jadue". Nuestro editor, secundado por Matías Acuña y Grace Lazcano, califica como una "verdadera fantasía" la idea de que La Roja obtuvo su primer título continental gracias a la gestión del ex timonel de la ANFP. "Es avalar de pronto la posibilidad de la presencia y la importancia de un dirigente que va a ser condenado por corrupción, que ha reconocido la corrupción. Es como decir 'da lo mismo lo que hizo, total nos sacó campeón'. Y ese, claramente no es el camino", sentencia Arcos, criticando la noción de que "para ser campeones todo valía".

El análisis subraya que esta visión ignora por completo los sólidos argumentos futbolísticos que Chile ostentaba. "El equipo tenía argumentos de sobra para salir campeón en el 2015", se recalca, mencionando a figuras como Claudio Bravo, entonces arquero del Barcelona; Arturo Vidal, brillando en la Juventus y luego en el Bayern Múnich; y Alexis Sánchez, figura en el Arsenal. Todo esto, sumado a "una gran dirección técnica a cargo de Jorge Sampaoli". Con estos elementos, el equipo era competitivo y lo demostró "ganándole a la Argentina finalista del mundo con el mejor jugador del mundo en sus filas".

Finalmente, se recuerda que Chile ha tenido procesos dirigenciales serios con éxitos previos, como el de Carlos Dittborn, que consiguió la sede del Mundial de 1962 donde La Roja fue tercera, o la gestión de Ricardo Abumohor en 1993, que devolvió a Chile a un Mundial después de 16 años bajo la dirección de Nelson Acosta. La conclusión es clara: "Chile sale campeón de América no por Sergio Jadue, sale campeón pese a Sergio Jadue".

A pocas semanas de que se cumplan 10 años del histórico título de la Copa América 2015, ha resurgido con fuerza el debate sobre el rol de Sergio Jadue. En su columna para Minuto 90, Cristián Arcos aborda la narrativa que intenta posicionar al controvertido exdirigente como una pieza clave del éxito, una idea que desde Minuto 90 se rechaza enfáticamente: no todo es lícito para alcanzar la gloria.

Arcos es tajante al afirmar que "Chile fue campeón de América no por Sergio Jadue, fue campeón pese a Sergio Jadue". Nuestro editor, secundado por Matías Acuña y Grace Lazcano, califica como una "verdadera fantasía" la idea de que La Roja obtuvo su primer título continental gracias a la gestión del ex timonel de la ANFP. "Es avalar de pronto la posibilidad de la presencia y la importancia de un dirigente que va a ser condenado por corrupción, que ha reconocido la corrupción. Es como decir 'da lo mismo lo que hizo, total nos sacó campeón'. Y ese, claramente no es el camino", sentencia Arcos, criticando la noción de que "para ser campeones todo valía".

El análisis subraya que esta visión ignora por completo los sólidos argumentos futbolísticos que Chile ostentaba. "El equipo tenía argumentos de sobra para salir campeón en el 2015", se recalca, mencionando a figuras como Claudio Bravo, entonces arquero del Barcelona; Arturo Vidal, brillando en la Juventus y luego en el Bayern Múnich; y Alexis Sánchez, figura en el Arsenal. Todo esto, sumado a "una gran dirección técnica a cargo de Jorge Sampaoli". Con estos elementos, el equipo era competitivo y lo demostró "ganándole a la Argentina finalista del mundo con el mejor jugador del mundo en sus filas".

Finalmente, se recuerda que Chile ha tenido procesos dirigenciales serios con éxitos previos, como el de Carlos Dittborn, que consiguió la sede del Mundial de 1962 donde La Roja fue tercera, o la gestión de Ricardo Abumohor en 1993, que devolvió a Chile a un Mundial después de 16 años bajo la dirección de Nelson Acosta. La conclusión es clara: "Chile sale campeón de América no por Sergio Jadue, sale campeón pese a Sergio Jadue".

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En esta nueva columna, Cristián Arcos pone el foco en, por llamarlo de alguna manera, poco afortunado comentario que realizó el paraguayo al ser consultado por la posibilidad de que Brasil quedé fuera de los torneos Conmebol.

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Beausejour: "El fútbol es un movimiento social"

El fútbol no es solo un deporte. No es solo goles, camisetas y puntos. Es, como bien lo señaló Jean Beausejour en Reino Fútbol, un movimiento social en sí mismo. Y esa idea cobra fuerza cada vez que una pelota rueda en cualquier rincón del mundo.

En estadios gigantes o en canchas de tierra, el fútbol une. Cruza clases sociales, culturas, religiones e ideologías. El que cree que solo se trata de 22 personas corriendo detrás de un balón, no ha entendido su verdadera magnitud.

El fútbol es identidad. Es cultura popular. Es herencia. Pero también es protesta, espacio de resistencia, herramienta política, canal de expresión. Desde las pancartas en las galerías hasta los cánticos que exigen justicia, desde la visibilidad que le dio el deporte a causas como la igualdad de género, hasta las campañas por la paz, el fútbol ha sido un escenario más para hablar de lo que duele y lo que se sueña.

En América Latina, en particular, esta realidad es aún más intensa. Aquí el fútbol ha servido para denunciar desigualdades, unir pueblos divididos, encender procesos sociales. Los ídolos no solo representan clubes: representan barrios, esperanzas, frustraciones y sueños colectivos.

Y, al mismo tiempo, el fútbol ha sido también un espejo de lo peor: corrupción, racismo, discriminación. Pero su alcance lo vuelve poderoso: lo que se muestra en una cancha lo ve el mundo. Y eso obliga a responsabilizarse del mensaje que se entrega.

Por eso, cuando decimos que el fútbol es un movimiento social, no exageramos. Lo vivimos cada día. En cada gol, en cada hinchada, en cada historia.

El desafío ahora es entender ese poder. Y usarlo. Para construir, para incluir, para unir. Porque si el fútbol tiene esa capacidad de emocionarnos y conectarnos, también tiene la capacidad de transformarnos.

Más que un deporte, el fútbol puede —y debe— ser una fuerza de cambio.