Altamirano elogia la dupla con Lucas Assadi

Altamirano elogia la dupla con Lucas Assadi

Universidad de Chile parece haber encontrado una fórmula que ilusiona a sus hinchas bajo la dirección de Gustavo Álvarez. La inclusión de Javier Altamirano y Lucas Assadi como un 'doble 10' en el mediocampo ha dado buenos resultados, y fue el propio Altamirano quien se refirió a esta nueva sociedad tras el último partido de los azules.

El ex Huachipato no escatimó en elogios para su compañero. "A Lucas Assadi lo quiero, lo estimo mucho, me gusta jugar con él porque bueno, todos sabemos la calidad de jugador que es", señaló el volante. "Así que nada, feliz de jugar, de poder compartir con él la cancha", agregó, destacando la buena sintonía entre ambos en el terreno de juego.

Más allá de la dupla, Altamirano valoró el rendimiento colectivo del equipo. "Gracias a Dios se dieron los goles, las ocasiones que tuvimos las concretamos, así que muy feliz por el rendimiento grupal. Es un partido importante para nosotros como grupo, afianza mucho al equipo", comentó. A pesar de la contundencia, mantuvo la cautela: "Todavía no estamos clasificados".

El '10' de los laicos también se refirió a cómo el buen momento impacta en su confianza —"obviamente la asistencia y goles dan mucha confianza"— y fue protagonista de un divertido momento en la celebración del gol de Charles Aránguiz, un gesto que refleja el buen ambiente que se vive en el camarín. "Hay que cuidarlo", dijo sobre el "Príncipe".

Universidad de Chile parece haber encontrado una fórmula que ilusiona a sus hinchas bajo la dirección de Gustavo Álvarez. La inclusión de Javier Altamirano y Lucas Assadi como un 'doble 10' en el mediocampo ha dado buenos resultados, y fue el propio Altamirano quien se refirió a esta nueva sociedad tras el último partido de los azules.

El ex Huachipato no escatimó en elogios para su compañero. "A Lucas Assadi lo quiero, lo estimo mucho, me gusta jugar con él porque bueno, todos sabemos la calidad de jugador que es", señaló el volante. "Así que nada, feliz de jugar, de poder compartir con él la cancha", agregó, destacando la buena sintonía entre ambos en el terreno de juego.

Más allá de la dupla, Altamirano valoró el rendimiento colectivo del equipo. "Gracias a Dios se dieron los goles, las ocasiones que tuvimos las concretamos, así que muy feliz por el rendimiento grupal. Es un partido importante para nosotros como grupo, afianza mucho al equipo", comentó. A pesar de la contundencia, mantuvo la cautela: "Todavía no estamos clasificados".

El '10' de los laicos también se refirió a cómo el buen momento impacta en su confianza —"obviamente la asistencia y goles dan mucha confianza"— y fue protagonista de un divertido momento en la celebración del gol de Charles Aránguiz, un gesto que refleja el buen ambiente que se vive en el camarín. "Hay que cuidarlo", dijo sobre el "Príncipe".

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La Copa es otra cosa: pasión, mística y presión máxima

La Copa es otra cosa. Esa fue la frase más repetida en los comentarios tras el arranque de una nueva edición del certamen más importante a nivel de clubes del continente. No es solo un torneo más. Es una competencia donde cada segundo cuenta, donde la presión es distinta y donde el fútbol se vive con una intensidad inigualable.

Así lo reconocieron los propios protagonistas, quienes coinciden en que disputar la Copa Libertadores no se parece a nada. “Se juega con otra mística, con otra garra, con otra pasión”, decían algunos. Y es que en esta competencia no basta con talento. Se necesita carácter, convicción, temple para resistir y audacia para ir a buscar.

Los errores se pagan más caro. Los triunfos se celebran con más alma. Cada partido es una final. Y eso se refleja en la cancha y en la tribuna. La Copa es un escenario donde nacen ídolos y también donde se derrumban certezas.

Chile, que sabe de gloria reciente en esta competencia, enfrenta un nuevo desafío con una generación en plena transición. El recuerdo de las Copas ganadas en 2015 y 2016 sigue vivo, pero el presente exige nuevos nombres, nuevas historias.

Y ahí está el punto clave: en la Copa no hay margen. La exigencia es máxima. Pero también lo es la oportunidad. Cada jugador que entra sabe que puede dejar huella, que puede ganarse un lugar en la memoria colectiva.

Porque sí, la Copa es otra cosa. Y quien no lo entienda, no dura mucho.

Y para quienes la siguen desde afuera, también es especial. Cada gol, cada polémica, cada momento tenso se vive con el corazón en la mano. Porque cuando el fútbol se juega con esta intensidad, se transforma en algo más que un deporte: se transforma en identidad.

La niña bullanguera que se robó todas las miradas

En medio de la intensidad de un partido, con la tribuna rugiendo y la tensión flotando en el aire, hay imágenes que logran detener el tiempo. Así ocurrió con una pequeña hincha de Universidad de Chile, que desde la galería no paró de alentar con fuerza, convicción y amor puro por su equipo.

“¡Vamos Julia que tenemos que ganar, dale León!” se le escuchó gritar, con esa voz aguda pero decidida que solo los niños tienen cuando hablan desde el corazón. En su camiseta azul, en su bandera improvisada, y en la forma en que se paraba para cantar cada canción, había una pasión genuina que contagió a todos.

Y ahí estaba Matías Acuña, el jugador azul que no solo reparó en su presencia, sino que también la destacó. Porque el fútbol no es solo noventa minutos y once contra once. El fútbol también es ella. Es esa niña que cree, que sueña, que transmite una fidelidad que ni las derrotas más duras pueden quebrar.

La escena rápidamente se viralizó. No por lo extraordinario de su gesto, sino por lo extraordinariamente auténtico que fue. En tiempos donde la conexión con los clubes muchas veces se siente diluida, ver a una niña de esa edad vivir el partido con tanta intensidad fue un recordatorio de lo que significa ser hincha.

Universidad de Chile atraviesa un momento especial. Y si hay algo que la sostiene —más allá de lo futbolístico— es su gente. Esa que canta, sufre, celebra y que, como Julia, lleva los colores tatuados en el alma desde pequeña.

Ella no pidió cámaras ni reconocimientos. Solo alentó. Pero al hacerlo, nos recordó por qué amamos este deporte.