El verdadero 'quién pudiera': el legado de un distinto

El verdadero 'quién pudiera': el legado de un distinto

Hay jugadores que, incluso después del retiro, siguen generando admiración. No por nostalgia vacía, sino porque dejaron huella. Porque hicieron del fútbol algo más que correr detrás de una pelota. Porque jugaron con clase, con inteligencia, con elegancia. De esos hay pocos. Y uno de ellos es quien inspira este "quién pudiera": Thierry Henry.

Es cosa de ver la reacción de Cecilio Waterman con el "Mimo" cuando anota por Panamá ante Estados Unidos. Es la reacción al ver a un ídolo.

Se retiró hace poco, pero su nombre todavía aparece en conversaciones de pasillo, en análisis tácticos, en recuerdos de hinchas que valoran lo sutil, lo fino, lo inteligente. Su forma de jugar hablaba por sí sola: lectura del juego impecable, pases quirúrgicos, personalidad serena pero influyente.

No se trata solo de un exjugador. Se trata de una forma de entender el fútbol. De una generación que creció viéndolo como ejemplo, dentro y fuera del campo. Porque no solo marcaba diferencias con la pelota, también con su manera de convivir con el grupo, con su humildad, con su profesionalismo.

Y ahí está lo bonito de esta historia: que incluso después del último partido, sigue inspirando. Porque algunos nacen para jugar al fútbol, y otros nacen para hacerlo mejor.

El verdadero "quién pudiera" no es envidia. Es respeto. Es admiración. Es legado.

Hay jugadores que, incluso después del retiro, siguen generando admiración. No por nostalgia vacía, sino porque dejaron huella. Porque hicieron del fútbol algo más que correr detrás de una pelota. Porque jugaron con clase, con inteligencia, con elegancia. De esos hay pocos. Y uno de ellos es quien inspira este "quién pudiera": Thierry Henry.

Es cosa de ver la reacción de Cecilio Waterman con el "Mimo" cuando anota por Panamá ante Estados Unidos. Es la reacción al ver a un ídolo.

Se retiró hace poco, pero su nombre todavía aparece en conversaciones de pasillo, en análisis tácticos, en recuerdos de hinchas que valoran lo sutil, lo fino, lo inteligente. Su forma de jugar hablaba por sí sola: lectura del juego impecable, pases quirúrgicos, personalidad serena pero influyente.

No se trata solo de un exjugador. Se trata de una forma de entender el fútbol. De una generación que creció viéndolo como ejemplo, dentro y fuera del campo. Porque no solo marcaba diferencias con la pelota, también con su manera de convivir con el grupo, con su humildad, con su profesionalismo.

Y ahí está lo bonito de esta historia: que incluso después del último partido, sigue inspirando. Porque algunos nacen para jugar al fútbol, y otros nacen para hacerlo mejor.

El verdadero "quién pudiera" no es envidia. Es respeto. Es admiración. Es legado.

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Entre cracks se entienden: la admiración detrás del relato

En el fútbol, el talento reconoce al talento. Es una ley no escrita, pero inquebrantable. Lo mismo ocurre con quienes lo relatan, lo sienten y lo traducen para millones de hinchas. Y pocas veces queda tan claro como cuando un relator consagrado confiesa su respeto por otro.

Eso fue lo que hizo recientemente Gustavo Huerta, una de las voces más queridas del relato deportivo chileno, al referirse a Juan Manuel Ramírez Kloss, histórico periodista y relator argentino. Con humildad y admiración, Huerta reveló que lo estudió, que grabó sus transmisiones, que escuchó cada inflexión de su voz para aprender.

“Grabé una transmisión, lo estudié. Me impresionó lo que hacía. Era elegante, era fino, con frases limpias. Lo escuchabas y no te agredía. Parecía un tipo bueno”, relató. Más allá del contenido, lo que transmite esta confesión es claro: entre cracks se entienden.

Huerta no necesitaba halagar a Kloss para validar su carrera. Pero lo hizo porque quienes aman el relato saben que ese arte tiene historia, tiene legado, tiene referentes. Y reconocer al otro, lejos de disminuir, enriquece.

En un medio competitivo, donde a veces prima el ego, este tipo de gestos reconcilian al fútbol con su raíz más noble: el respeto. El respeto por los que vinieron antes, por los que abrieron camino, por los que enseñaron sin querer.

Y es que en el relato, como en la cancha, el talento se reconoce sin necesidad de palabras. Pero cuando se expresan, valen doble.

Porque sí, entre cracks se entienden. Y entre quienes sienten el fútbol de verdad, también.

Azules, miren a otro lado: cuando el pasado incomoda al presente

El fútbol tiene memoria. Y a veces, esa memoria duele.

El video no es largo, pero es suficiente. Muestra momentos que, para los hinchas de Universidad de Chile, no son solo recuerdos: son heridas. Derrotas que calaron hondo, errores que costaron partidos importantes, burlas rivales que se quedaron grabadas.

No es casual el título: “Azules, miren a otro lado”. Porque hay cosas que, cuando se acumulan, se hacen insoportables. Y ver tantos tropiezos juntos en una sola publicación es como ver un resumen cruel de lo que fue una década difícil.

Pero también es una radiografía. Una que muestra el contraste entre la historia gigante del club y el presente que no termina de levantar. Porque la “U” no es un equipo más. Es un símbolo. Y cuando un símbolo tambalea, no duele solo en la tabla de posiciones: duele en la identidad.

Para los rivales, este tipo de contenido puede ser motivo de risa. Pero para el hincha azul, es otra cosa. Es frustración. Es impotencia. Es esa sensación de saber que el escudo pesa, pero hoy no se respeta como antes.

Y sin embargo, también puede ser un punto de partida. Porque mirar al pasado, por más incómodo que sea, también puede servir para recordar lo que se fue… y lo que aún puede volver. El equipo que dio vuelta finales. El que llenó estadios. El que se reinventó en medio del barro.

No se trata de quedarse pegado en la derrota. Se trata de mirarla con los ojos abiertos, aprender, reconstruir. Porque el verdadero hincha no mira para otro lado. Mira de frente. Incluso cuando duele.

Y tal vez, en esa honestidad, comience la recuperación.